Ante las elecciones presidenciales de Estados Unidos, los salvadoreños radicados en el país están expectantes de lo que sucederá principalmente en el tema de inmigración, y esperan que el Gobierno mantenga programas migratorios abiertos para la poblacion latina inmigrante.
El presidente Donald Trump, quien busca su reelección, se ha caracterizado por frenar la migración de países centroamericanos. Mientras, el demócrata Joe Biden asegura que, de llegar a la presidencia, abrirá las puertas a casi 11 millones de inmigrantes indocumentados hacia una ciudadanía.
Según la organización sin fines de lucro Voto Latino, 32 millones de latinos han sido elegibles para votar en 2020.
Para el director del Centro de Recursos para Centroamericanos (CARECEN), Abel Núñez, esta propuesta del candidato demócrata es interesante. Sin embargo, reconoce que solo será posible si el Partido Demócrata gana el Senado y se mantiene la Cámara de Representantes, por lo tanto, la clave para el tema migratorio queda en manos del Poder Legislativo y no en el Ejecutivo.
«El presidente no tiene la autoridad de cambiar el estatus migratorio, solo el Congreso. Entonces él (Biden) lo puede proponer como ley, lo puede hablar y dar discurso, pero si el Congreso no comparte eso, esa ley nunca se va a discutir», aseguró.
Núñez señaló que si algo hay que tener claro en estas elecciones es que, si Biden gana, la lucha para la comunidad centroamericana será por una protección temporal, y no permanente. Además de «trabajar con él para asegurar que el Congreso pase una ley».
Por otro lado, la salvadoreña Elsa Mejía coincide con las políticas de Trump respecto a endurecer la migración, pues opina que algunos inmigrantes llegan «solo a aprovecharse de los beneficios que cuentan en el país».
Mejía obtuvo la ciudadanía hace seis años y este 2 de octubre ejerció su derecho al voto adelantado por correo electrónico desde Santa Clara, California.
«Estoy de acuerdo con el inmigrante ilegal que está trabajando y paga impuestos, pero si viene solo a quitar, no. Algunos no vienen a trabajar sino a que los mantengan. Sí creo que les deberían de dar una oportunidad de permanencia a los salvadoreños con TPS y DACA porque tienen un buen récord», opinó.
Mejía, de 62 años, dejó su país natal durante el conflicto armado en El Salvador, en 1978, y vivió primero nueve años en México; luego se mudó a Estados Unidos. Recurrió a migración y solicitó asilo político, el cual se extendió durante 19 años. Su familia fue amparada mediante la Ley de Ajustes Nicaragüenses y Ayuda a Centroamericanos (Nacara) y logró optar a la residencia.
Prestó servicio en Estados Unidos, se unió al voluntariado en la Cruz Roja, en las escuelas a las que asistieron tres de sus hijos y en CARECEN, que ofrece servicios legales de inmigración de bajo costo.
La dura realidad al llegar al país norteamericano coincide con José Herrera, nombre cambiado para proteger su identidad porque reside en situación irregular. A diferencia de Mejía, su estadía en Estados Unidos ha sido corta, pues decidió migrar al norte de América en septiembre de 2019, al no encontrar un empleo estable en El Salvador.
Actualmente labora en Maryland en una empresa que se encarga de lijar pisos de madera. Herrera, aunque considera que la situación en Estados Unidos es mejor que en su país natal, se encuentra en espera de un milagro. Considera que las políticas impuestas por Trump complican el acceso de los indocumentados para obtener papeles.
«Poco a poco en los trabajos van pidiendo documentos legales para trabajar, eso cierra puertas y afecta a mucho latino», comentó. Espera que cualquiera de los partidos que llegue al poder permita optar por un estatus para continuar enviando la ayuda a su madre y abuela.
Xiomara Díaz es residente desde hace cinco años en Estados Unidos.
Su paso a Estados Unidos fue en 2006, y aunque solicitó ayuda en una organización sin fines de lucro, tuvo que pagar un abogado para ser residente, ya que tenía orden de deportación. Dentro de un año espera aplicar para la ciudadanía.
Aunque no puede ejercer su voto, espera que hayan nuevas vías para las personas inmigrantes en Estados Unidos y que también, al lograr entrar al país, pierdan el miedo y busquen soluciones legales para no permanecer en un limbo cada año.
«Espero que no impongan más leyes que bloqueen mi proceso. Como hispanos luchamos mucho porque queremos ayudar a nuestras familias», insistió