Nuestro país se ha visto por décadas invadido por fuerzas foráneas, desde España e Inglaterra hasta, en los últimos años, Estados Unidos.
Parece ser que los países desarrollados han mantenido la tesis de que nunca crezcamos, que nunca nos desarrollemos y, por ende, que nunca seamos autosostenibles.
Esto con el objetivo de mantenernos subyugados a hacer el papel, como se dijo por personeros de la Casa Blanca y de manera peyorativa, considerarnos entonces «su patio trasero». Este apodo de país fue acuñado en el contexto de la Guerra Fría, cuando se pretendía detener el avance del comunismo en Latinoamérica.
Para muestra, un botón. Hay que recordar las estrategias norteamericanas en la década de los sesenta o etapa del desarrollo con la Alianza para el Progreso, las ayudas que vinieron a nuestro país, cuando se entregaba alimentos y otros aperos a nuestra población más necesitada a cambio de frenar el avance marxista-leninista.
Luego vino la estrategia fundamentada en endeudar al país, lo cual se incrementó con la llegada del conflicto armado y las acciones previas, tales como la reforma agraria, promovida por Estados Unidos.
La ayuda militar y el asesoramiento de nuestras fuerzas armadas en ese contexto, que lejos de ejecutar un rol de país aliado nos endeudó con cifras impactantes, por lo que muchos decimos que esa deuda externa la pagaremos nosotros, nuestros hijos, nietos y bisnietos.
Además, han manejado, y en esta ocasión no es la excepción, un discurso de sometimiento y de conformidad, como si no existiesen otras maneras de salir de esa situación.
Hay cosas que por mucho que se haga o se diga siempre salen a la luz, y el pueblo salvadoreño en su conjunto ha observado cómo de una manera sesgada diferentes representantes de la diplomacia norteamericana favorecieron acciones de corrupción que ahora nos tienen como un país al que le faltan esos recursos.
Esa era la forma de gobernar en el pasado, principalmente los que estuvieron al frente del país en los últimos 30 años, quienes desfalcaron al erario y se sirvieron con la cuchara más grande.
Bien decía la abuelita, y hago uso de un dicho que utilizan los políticos corruptos: «Dios, no te pido que me des, sino que pongas donde hay», palabras que concretadas han generado pérdidas millonarias, que hoy día hacen falta para mejorar escuelas, hospitales y red vial, entre otras.
Hablando de corruptos y manejos políticos, últimamente circula en redes sociales una conversación entre el presidente Bukele y la exencargada de Negocios de la embajada de Estados Unidos, en la que se deja al descubierto la pretensión de un evidente manoseo de nuestras instituciones, como en el pasado.
En las capturas de WhatsApp se infiere que abogan en favor de personajes señalados por sonados casos de corrupción, por parte de la representante de la diplomacia de la nación del Norte. Esta acción solo tiene una explicación, y en términos comunes y corrientes así lo hicieron en el pasado y creyeron que podían seguir de la misma manera.
Divina hipocresía, desenlace de una estrategia fallida en contra de la corrupción, pues jamás se vio un pronunciamiento sobre los históricos desfalcos del erario, y por mencionar algunos: la privatización de Antel, la Ley SAP, préstamos externos, los casos de desfalcos y desvíos de fondos para víctimas de los terremotos de 2001 (caso Taiwán).
También el desvío de millonarias cantidades de dinero de los dos últimos gobiernos, lo que dio paso a tener dos expresidentes y exfuncionarios en varios países en condición de prófugos, quienes se atreven, aun en su condición, a verter comentarios sobre el accionar del actual gobierno. Habrá que preguntarse por qué no son incluidos en sus listas de políticos corruptos los antes mencionados. Sospechoso, ¿verdad?
Las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, como se dijo, están en pausa y nos parece, como salvadoreños, que sea así, pues este espacio de reflexión diplomática permitirá poner las cosas en contexto y saber en qué terreno estamos parados.
Lo importante de todo esto es que nuestro país, por medio del presidente Bukele, decide por el futuro, por el desarrollo y por el respeto a nuestra libre autodeterminación.
De momento, queda claro que les falló la estrategia de desestabilización…