Cuando el paciente asiste a la consulta odontológica, uno de los aspectos que el odontólogo explora son los hábitos bucales, entre ellos morderse las uñas o sus bordes, chuparse el labio, morderse la parte interna de las mejillas o carrillo, morderse el borde lateral de la lengua o rozarse entre los dientes con algún objeto, como un lapicero o palillo de madera.
¿Cuál es la importancia de esta pregunta? Denisse es una joven de 17 años, muy alegre y comunicativa, trabaja, estudia y es líder de su grupo de la iglesia como colaboradora en un ministerio con niños; hace poco terminó su relación de noviazgo y su tía murió por la COVID-19.
Todas estas actividades le han generado cansancio y estrés. Al revisarle la boca —en la cita de higiene anual—, vemos que hay cambios muy importantes. Presenta «morsicatio buccarum et labiorum», una patología bucal relacionada con el estrés, y que en la coyuntura mundial lamentablemente es más frecuente que antes.
«Morsicatio» es un término científico derivado del latín «morsus» (mordedura). Es una lesión de la mucosa que es autoinfligida; es decir, un daño hecho por uno mismo. Se da como resultado de autolastimarse repetidas veces con mordeduras que se hacen de forma consciente o inconsciente. La persona las hace para liberar tensiones o, en el caso de los niños pequeños, para llamar la atención de los padres. Puede encontrarse en el carrillo, que es la parte interna de la mejilla, o en el labio, generalmente el inferior. En el caso de Denisse las tiene en ambos.
Se observan lesiones rojas y blanquecinas en la parte interna de la mejilla y el labio inferior. Algunas personas también presentan lesiones en los bordes laterales de la lengua.
Las consecuencias de estos daños pueden ser infecciones sobreagregadas y cambios en la estructura de los tejidos. Si la irritación es muy agresiva, provoca úlceras (llagas) de gran tamaño, que son dolorosas y que pueden dejar cicatriz, además de deformar el labio y provocar un defecto permanente.
Estas lesiones son identificadas por el odontólogo, pero el tratamiento es multidisciplinario; es decir, participan el paciente, identificando la causa del problema; un psicólogo, un psiquiatra o un terapista educacional, cuando a los niños, por ejemplo, les genera estrés el colegio. De esta manera, el trabajo en equipo logrará que el paciente deje de seguir autolesionándose los tejidos.
Aliviar el dolor y los procesos infecciosos e inflamatorios causados por el «morsicatio buccarum et labiorum» es responsabilidad del odontólogo, y con las sustancias adecuadas para cada caso se evitarán las complicaciones de tener una herida abierta en el labio, en la parte interna de las mejillas o en la lengua.
El texto bíblico que habla del llanto y «el crujir de dientes» nos recuerda que las consecuencias de los malos hábitos siempre causan daño. Lo que para algunos puede parecer placentero al principio, podría resultar en un daño permanente.