Brandon es un joven de 23 años que ha iniciado su vida laboral como operador de llamadas internacionales y un estudiante universitario muy destacado y responsable. En los últimos meses ha tenido sensibilidad en los dientes, por lo que llegó a la consulta con la pregunta: doctora, ¿por qué se me están desgastando los dientes?
El estrés es muy común en estos días. Estresa el trabajo, la familia, el vecindario, los malos amigos, las deudas, la violencia, un novio o novia celosos… todo un volcán a punto de erupcionar. Podría continuar la lista por horas, sin embargo, me interesa que veamos un punto que pocos observan.
Cuando la musculatura que sostiene la cabeza se tensa, esto hace que los músculos que están alrededor de la boca también lo hagan y provoca una descarga en los dientes que hace que se presionen entre ellos. Esto se puede hacer en un momento de concentración en el trabajo, en una situación de estrés o durante la noche, por lo que el paciente se despierta con dolor de cuello, de espalda o de cabeza.
Los dientes, que son las estructuras más duras del cuerpo humano, resisten fuerzas que a veces nos sorprenden, pero no todos los dientes son iguales, algunos son más frágiles. Si estamos mal alimentados, son porosos, o si tenemos una condición sistémica especial, esto puede afectar su consistencia y resistencia.
El esmalte se fractura en el cuello del diente y provoca un desgaste en forma de cuña, también puede desgastarse en la zona del corte de los dientes anteriores o en la zona de mordida de los dientes posteriores, lo que provoca sensibilidad. Este desgaste es normal que suceda con la edad y por el uso, pero en un joven como Brandon es patológico.
El esmalte perdido nunca se recupera, cualquier material que se coloque no tendrá la dureza y la estética de un diente natural. El odontólogo simula los dientes con material metálico, porcelana o plástico, pero nada se comparará con lo que Dios creó en la boca del ser humano.
Al perderse el esmalte queda una superficie más amarillenta: la dentina. Es la segunda capa del diente y está llena de terminaciones nerviosas que provocan dolor. Algunos pacientes creen que es caries porque se ven agujeros planos en las muelas, como fosas, o una zona café en el cuello del diente, cerca de la encía, y se cepillan con más fuerza, pero no sale. No es sucio, no es caries, es la dentina expuesta y por eso duele.
Esta condición patológica se llama bruxismo, una enfermedad que provoca la pérdida de estructura dentaria o un desgaste que llamamos atrición.
Entonces, ¿qué hacer? Primero hay que controlar la pérdida de más esmalte y evitar el desgaste con una férula o protector bucal personalizado, similar al de los deportistas; además, el esmalte que se perdió y las zonas de sensibilidad deben corregirse. Para eso se usa un material que simula el color del diente, pastas con químicos especiales que nos ayudan a disminuir el dolor y fortalecen lo que queda de la estructura dentaria.
Hay que recordar que los pequeños infiernos que se viven día a día nos hacen crujir los dientes y podrían provocarnos daños irreversibles si no corregimos esa conducta. Podemos evitar un mal más grande. Sonría, ame, libere su mente y su cuerpo de cadenas, aprenda a vivir con alegría. Sus dientes se lo agradecerán y lo acompañarán el resto de su vida.