En La Mancha como en sus traducciones, las andanzas de don Quijote fueron intrépidas y sorprendentes. Pero ninguna como la vivida en China, donde un literato que no hablaba español lo tradujo hace un siglo en una peculiarísima versión que ahora regresa al castellano.
La primera traducción al chino de la obra magna de Cervantes se publicó en 1922 firmada por Lin Shu, un prolífico e insólito traductor que no manejaba ninguna lengua occidental y que, en cada ocasión, trabajaba con colaboradores.
En la traducción libre de «el Quijote», con casi 70 años, contó con Chen Jialin, su colaborador, quien le dio a conocer las andanzas del ingenioso hidalgo a partir de tres versiones en inglés.
De ahí surgió una peculiar adaptación al chino de la primera parte de «el Quijote», bajo el título «Historia del caballero encantado», que la sinóloga española Alicia Relinque acaba de traducir al castellano y próximamente estará en librerías de España y Latinoamérica de la mano de las editoriales Ginger Ape y Mil Gotas.
En China, The Commercial Press, la misma editorial que publicó la versión de Lin Shu en 1922, lanzará una nueva edición bilingüe español y chino. La traducción, presentada en la sede del Instituto Cervantes en Madrid, llega así como un fascinante viaje de ida y vuelta, en el que algunas cosas cambian pero el fondo permanece, como deja ya traslucir el íncipit: «En La Mancha había un lugar, un lugar cuyo nombre no es preciso que mencione, a medias situado entre Aragón y Castilla».
«La gran fuerza de la obra no desaparece por el traslado de un idioma a otro», aseveró en la presentación el cervantista chino Chen Kaixian.
Un Quijote «menos loco»
La primera peculiaridad, explicó la traductora, es que Lin Shu se apoyó en una versión inglesa del siglo XVIII que elimina las numerosas referencias directas a Dios. Igualmente, entre los recortes de detalles y artificios efectuados por el traductor está la completa desaparición de Cide Hamete Benengeli, ese historiador «arábigo y manchego» que, según el juego metaliterario de Cervantes, es el verdadero autor del relato de las aventuras de don Quijote.
La relación entre el hidalgo y su escudero también se ve resignificada, y es que siguiendo la tradición confuciana de veneración por los maestros, Quisada —como se llama en esta versión el caballero— tiene una relación con Sancho Panza de maestro y discípulo.
Los detalles más irreverentes y escatológicos desaparecen asimismo. El resultado, en palabras de Relinque, es un Quijote «menos loco y más romántico», y, sin embargo, siempre hondo y fiel al inagotable personaje. «He leído cosas nuevas en “el Quijote” de Cervantes gracias a las cosas que no decía o que decía de más Lin Shu», dijo la traductora.
El sueño chino de Cervantes
La «Historia del caballero encantado» se publicó en su momento en chino clásico, con añadidos caprichosos por parte de Lin Shu, tales como citas de la tradición literaria local.
«Fue todo un acontecimiento», aseguró Zhao Zhenjiang, hispanista y catedrático de la Universidad de Pekín, que destacó que el traductor transmitió lo que quería expresar Miguel de Cervantes, al apostar por esta novela con la que buscaba «hacer reír a los muchachos, pensar a los adultos y llorar a los ancianos».
La traducción al chino y su reedición suponen además un poderosísimo ejemplo de lenguaje performativo, atendiendo a la dedicatoria que Cervantes dirige al conde de Lemos en la segunda parte de «el Quijote», en 1615.
En ella, Cervantes fantasea nada más y nada menos con que acaba de recibir una carta del «grande emperador de la China», en la que este le propone dirigir allí un colegio donde se lea la lengua castellana y, concretamente, la historia de don Quijote.