En este mes del amor, cuando las expresiones románticas y frases hermosas afloran para galantear al ser amado, quiero destacar con este poema el amor del ser más extraordinario que estuvo en la Tierra, que nos entregó su vida para que pudiéramos alcanzar la salvación y vida eterna, haciéndolo todo por su grande amor.
¿Dónde está el amor de mi amado Jesús?
El amado que me hace habitar entre las flores…
El que me apacienta entre los lirios…
¿Dónde está que no lo encuentro?
Solo veo que edifican grandes templos hermosos,
enormes altares con pisos de marfil y piedras preciosas,
asientos de algodón y vajillas de porcelana,
pero no veo el amor de mi amado.
A lo lejos un niño llora abandonado,
clama por su madre y por comida
y la Iglesia lo pasa desapercibido ignorándolo,
hablan en lenguas preciosas.
Suben a lugares prominentes
ocupando las primeras sillas.
Predican con gritos y denuedo,
pero no visitan la casa de la viuda,
de la menesterosa,
de la que no tiene pan en su artesa, ni aceite, ni harina, ni leña.
¿Dónde está el amor de mi amado que no lo encuentro?
La naturaleza gime,
hay violencia en las montañas,
hay fuego que devora todo lo que tiene vida.
Los ríos y arroyos se quedan sin agua, porque hay violencia en las montañas.
¿Dónde está el amor de mi amado que no lo encuentro? El amado que me hace habitar entre las flores,
El que me apacienta entre los lirios.
Salí a buscarlo por las calles, por las ciudades y el campo, pero no lo encuentro,
solo veo violencia, llanto y miseria. Tus siervos están más embelesados por la fama y la fortuna
que por ganar almas.
Viven entre discordias y contiendas y el Cristo que predican
no es el Cristo de amor del Calvario.
Con el beso de Judas reciben a tus hijos.
¿Dónde está el amor de mi amado que no lo veo?
Lo han cambiado por la bebida, la diversión y el entretenimiento.
Viven cautivos en una pantalla
por las pasiones que vienen del aire,
ya no hablan con nadie, parecen autómatas.
¿Dónde está el amor de mi amado?
Niños y ancianos famélicos, cadáveres vivientes por el infortunio y la ignorancia de los que gobiernan.
El grito de los enfermos, de los que padecen, nadie los escucha,
están fríos de corazón.
Nido de víboras y cloacas nauseabundas hay en todos los caminos.
El horripilante hedor del pecado está en todas las calles,
que asfixia hasta la muerte… nadie busca el amor,
solo se escuchan las burlas a Noé
y los hombres de Sodoma y de Gomorra inundan las ciudades y los campos,
sedientos de hombres y no de mujeres,
se tatúan como serpientes y sus bocas destilan veneno y violencia.
¿Dónde está el amor de mi amado?, de
mi amado Jesús que no lo encuentro,
El que me hace habitar entre las flores,
El que me apacienta entre los lirios…
(Derecho de autor reservado)