Al finalizar el día, ya sea de estudio o de trabajo, al llegar a casa, lo que deseamos es dormir y levantarnos el siguiente día con energía y sentir que hemos descansado para iniciar una nueva jornada, pero muchas veces el cansancio no desaparece.
Si deseamos saber si hemos tenido un sueño reparador y de calidad, el secreto está en preguntar al despertar ¿cómo me siento?
Si te sientes descansado o recuperado, con buena memoria, buena actitud y energía o con optimismo, esa es una señal que tu sueño ha sido excelente.
Muchas veces creemos que el sueño debe de durar ocho horas; sin embargo, esto ha sido estudiado por años por un grupo de médicos de Virginia, en Estados Unidos, de la Fundación Nacional de Sueño, quienes han descubierto que un adulto en promedio debe de dormir de 7 a 9 horas.
Roxana Carrillo, somnóloga y coordinadora del Laboratorio del Sueño de Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), destaca que cada persona debe conocer cuánto es el tiempo de sueño que necesita nuestro cuerpo para que se tenga un descanso y desarrollo adecuado.
«Un sueño sano y de calidad hace que el cuerpo tenga una recuperación y restauración de los tejidos, la regulación de la temperatura y emociones, procesos de aprendizaje de cognición, memoria y atención, limpieza del cerebro para evitar enfermedades neurológicas», detalla.
Más de alguna vez quizás has tenido insomnio o hasta has llegado a sentir que duermes una cantidad de horas, pero siempre te sientes agotado. Además, has experimentado trastornos de ánimo, irritabilidad, poco productivo, fatiga y somnolencia diurna. Y te has preguntado ¿por qué me pasa esto? Debemos decirte que estos son síntomas que de que no estás teniendo un sueño reparador.
En ese caso, debes asistir donde una especialista y someterte a una evaluación para conocer por qué está pasando esto, debido a que puede tratarse de patologías respiratorias o hasta neurológicas.
El ISSS cuenta con la clínica y el laboratorio del sueño, que es una unidad de investigación, evaluación clínica y de tratamiento de los trastornos del sueño.
Inicialmente se evalúa la parte clínica, se abre un expediente donde se hace una serie de preguntas a los pacientes y, además, cada uno comparte cómo son sus noches para deducir el por qué no duerme, por qué tiene exceso de sueño o qué causa un sueño inquieto o agitado.
Ya en el laboratorio se realiza el estudio de polisomnografía, donde al paciente se le coloca sensores para registrar los ciclos y etapas del sueño, el flujo de aire que entra y sale de los pulmones durante la respiración, los niveles de oxígeno en la sangre, la posición del cuerpo, las ondas cerebrales (EEG), el esfuerzo y la frecuencia respiratoria. También se mide la actividad eléctrica de los músculos, los movimientos oculares y la frecuencia cardíaca.
Si alguna vez te han dicho qué roncas mucho por la noche y te quedas sin respiración por varios segundos, debes saber que estos síntomas se asocian con la apnea del sueño.
Este padecimiento consiste en la obstrucción de la vía aérea inferior [entre la boca y la tráquea] y se manifiesta cuando el paciente está dormido y los ronquidos son el ruido de lucha para recuperar el oxígeno luego de un tiempo sin respirar.
Roxana Carrillo apuntó que en la clínica, desde la presencia del virus de la COVID-19, se han atendido patologías de insomnio, modificación del ritmo circadiano (cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo de 24 horas), pesadillas y la apnea del sueño.
Por suerte, cualquier tipo de trastorno que se presente todos son tratables, algunos incluso prevenibles.
Carmen de Machado, neuróloga del Laboratorio del Sueño, enfatiza que los malos hábitos de algunas personas impiden que tengan un buen descanso nocturno.
Señala, por ejemplo, que el uso de pantallas [celulares, computadoras y televisión] hasta altas horas de la noche provocan que se quite el sueño y se pierdan horas de descanso. Y por consecuencia, el cerebro bloquea la secreción de la melatonina [hormona del sueño].
«La cama es para descansar y recuperar fuerzas. La contaminación lumínica que dan las pantallas azules estimula el sistema reticular ascendente para que tengamos atención, porque ciertas partes del cerebro están activas en vez de estar descansando», dijo.
Comenta que muchas veces los pacientes creen que una solución fácil es el consumir un fármaco para conciliar el sueño, pero no es recomendado debido que a la larga se vuelve dependiente del medicamento. Por lo que en la clínica y en el laboratorio todo paciente es tratado con terapias.
Las terapias incluyen el uso de un equipo biomédico, que contiene un software de sueño, que monitorea a cada paciente mientras duerme.
Clínica Especializada
El Laboratorio del sueño del ISSS se encuentra ubicado en el Hospital Policlínico Arce, en San Salvador. Atiende a los derechohabientes de la institución de todo el país para el manejo no farmacológico de los trastornos del sueño. A la hora del estudio se emula una jornada normal de descanso, debido a eso la sección de terapia es prácticamente un día. Dependiendo del trastorno del paciente, la terapia puede ser diurna o nocturna.
¿QUÉ HACER PARA TENER UN BUEN SUEÑO?
Los especialistas recomiendan que cada persona tenga una especie de plan personal (hábito) que le garantice un buen descanso. Este debe incluir algunas de las recomendaciones que le mostramos a continuación.
–Evite todos los excitantes: café, té, vitamina C, bebidas a base de cafeína o de cola.
–Evite practicar deportes, así como todas las actividades estimulantes cercanas a la hora de dormir.
–Favorezca todas las actividades relajantes en la tarde-noche: lectura, música.
–Encuentre su ritmo de sueño y respételo, aún los días de reposo o vacación.
–Suspenda actividades como ver televisión, teléfono y otros una hora antes de dormir.
–Si en 20 minutos no ha logrado conciliar el sueño en la cama, levántese y realice una actividad relajante.
–No haga cenas abundantes y evite el alcohol.
–Recaliente las manos y los pies al acostarse.
–Evite los contaminantes del sueño en el dormitorio como televisores, laptops, teléfonos celulares y todo aquellos que genere luz.
–Un baño tibio tomado 2 horas antes de acostarse puede favorecer el sueño.