Algunos difieren conmigo al usar el término maestro, otros se sentirán más cómodos con el término docente, profesor o facilitador de la educación; con cualquiera que se use se hará alusión a la misma figura, la cual se convierte en el pilar fundamental de la formación de distintas generaciones en el devenir de los tiempos.
Quienes nos apasionamos con una profesión tan digna, pero tan poco reconocida, lo sabemos y más aún en estos tiempos de pandemia, en los que ha salido lo mejor y lo peor de nosotros, ya que ha sido el maestro en quien ha recaído la formación de más de un millón de estudiantes a escala nacional y con recursos propios en la gran mayoría.
Muchos de ellos soportan insultos o agresiones verbales y físicas por quienes no conocen, no comprenden y, por ende, su ignorancia los hace utilizar términos peyorativos en contra del maestro.
Cada gobierno que ha llegado al poder ha sustentado sus propuestas en el cuerpo educativo y queda al descubierto que anteriormente no existió una política pública del ramo de la enseñanza. Siempre se usó al docente como un conejillo de Indias de experimentos fallidos de otros modelos educativos, y «la culpa es del docente» cuando no se logran los objetivos propuestos.
En la actualidad existen un ambiente con vibras positivas de cambio, que se concretan con el reconocimiento que el maestro espera, como un agente moldeador y formador de las nuevas generaciones.
Resulta importante que las altas autoridades le pongan atención a las problemáticas que afectan al sector docente, desde el tema de pensiones, pasando por la revisión de «empleados administrativos», heredados de gobiernos anteriores, que como yo lo decía antes, son el caballo de Troya, haciendo el trabajo sucio a favor de sus amos, ya que sirven a sus antiguos patronos (gobiernos anteriores) y no al pueblo.
De igual manera, directores de centros escolares que no despiertan ni se dan cuenta de que ahora gobierna otro partido, otro presidente, que es del mismo pueblo, con una mentalidad renovada y de cambio, para lo cual hace falta depurar de inmediato a estos malos elementos que en su práctica buscan hacer quedar mal al nuevo Gobierno.
Cada año, por decreto se conmemora el 22 de junio el Día del Maestro, fecha que incluso debería cambiarse para no rememorar gremiales del sector educativo que lejos de apoyar al docente sirvieron de plataforma de actos de corrupción muy conocidos entre el magisterio.
Conmemorar al maestro en su día para reconocer la labor de este grupo de cerca de 50,000 profesionales de la educación, quienes no importándoles las circunstancias adversas del sistema educativo heredado de gobiernos anteriores se mantienen con gallardía al pie del cañón.
Todos son dignos de admiración, tanto el que ejerce en la más lejana escuela rural como el que lo hace en la ciudad, con un común denominador: el compromiso de sacar adelante a nuestra primera infancia, a nuestros niños, adolescentes y jóvenes.
¡Felicidades al maestro en su día!