Nuestra palabra
«Los grandes logros en seguridad obtenidos durante 2020 son un enorme reto para el año que recién comienza, pues obligaN a redoblar esfuerzos para que los éxitos cosechados no solo se mantengan, sino que avancen mucho más».
El año que acaba de pasar no solo será recordado por la pandemia, aunque esto haya dejado una marca en cada área de la actividad humana. Para El Salvador, 2020 fue el año en que todos los indicadores de inseguridad cerraron a la baja: los 12 delitos que más afectan a los ciudadanos mostraron reducciones considerables gracias a la labor de las fuerzas de seguridad combinadas de la Policía Nacional Civil y la Fuerza Armada.
El año previo, desde la toma de posesión del presidente Nayib Bukele, tuvo seis meses sostenidos de reducción de homicidios, tendencia que continuó durante 2020, con una baja del 36.5 % en extorsiones, 35 % menos en cuanto a desaparecidos, 44.9 % menos asesinatos y 43.7 % menos feminicidios. Con estos datos, el país salió de las listas de los países más violentos del mundo, ya que veníamos de tener tasas de entre 50 y 52 homicidios por cada 100,000 habitantes, que bajaron a 36 a finales de 2019 y que en 2020 llegaron a 20.
Estos resultados son gracias al Plan Control Territorial, impulsado desde el Ejecutivo y que estipula una serie de fases de implementación. La llegada de la pandemia interrumpió el proceso de negociación del financiamiento para la ejecución del plan y los recursos disponibles fueron redirigidos para postergar la llegada del nuevo coronavirus, que obligó al confinamiento en los primeros meses.
Gracias al Plan Control Territorial, la reducción de estos indicadores se mantuvo a pesar de que las cuarentenas en otras naciones, incluyendo a los países del continente, llevaron consigo un aumento de delitos.
Los grandes logros en seguridad obtenidos durante 2020 son un enorme reto para el año que recién comienza, pues obligan a redoblar esfuerzos para que los éxitos cosechados no solo se mantengan, sino que avancen mucho más.
Esto es especialmente complicado dada la coyuntura electoral con la que inicia el año. Prácticamente, la Asamblea Legislativa se vuelca hacia la campaña y los temas promovidos desde el Ejecutivo son dejados por fuera para tratar de impactar en la buena imagen del gobierno.
La actual legislatura —que se ha caracterizado por obstruir los planes del gobierno— termina en abril, por lo que no se espera que retome la aprobación de los préstamos para financiar el Plan Control Territorial. Por el contrario, hay un declarado interés por afectar las finanzas del Estado, al punto de recortar fondos para las Fuerzas Armadas, involucradas en el esfuerzo de seguridad.
Mientras no asuma en mayo la nueva Asamblea Legislativa, el reto será mantener lo alcanzado y profundizarlo con recursos limitados.