El partido ARENA prepara una abjuración de la identidad con la que nació hace 40 años en un intento de confundir al pueblo salvadoreño. Con ese propósito va a buscar presentar una imagen distanciada de la corrupción que ahora caracteriza a ese partido, que ahora tiene una gran cantidad de funcionarios condenados, procesados o bajo investigación.
La actualización que ARENA tuvo que haber impulsado hace tiempo para estar acorde con las demandas ciudadanas y los nuevos aires políticos internacionales ha llegado muy tarde.
El partido que tiene a un presidente en prisión por corrupción, otro que falleció antes de ser condenado por corrupción y uno más que ha confesado haber usado la partida secreta para comprar voluntades y enriquecido a sus allegados es el mismo cuyos exfuncionarios han reconocido que tenían más de un ingreso del Estado, es decir, que recibían sobresueldos, violando las leyes. Ahora resulta que quiere borrar de un plumazo su pasado y convertirse como, por arte de magia, en una opción para el electorado salvadoreño, a pesar de que es responsable del saqueo de fondos públicos: millones de dólares que fueron a parar las cuentas bancarias de políticos aprovechados.
Incluso, ARENA está dispuesta a cambiar su tradicional marcha y eliminar la expresión «El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán» porque, de acuerdo con el jefe de fracción de la bancada parlamentaria, René Portillo Cuadra, ahora su enemigo no es el comunismo, sino «el populismo».
Más allá de que niegue sus orígenes, ahora lo que ARENA está haciendo es reconocer que no puede considerar como enemigo a su aliado más incondicional: el FMLN. No hay una prueba más evidente de esta asociación político-delictiva que los años en los que han cogobernado y que hoy operan en mancuerna en contra del Gobierno del presidente Nayib Bukele.
El verdadero cambio que el pueblo salvadoreño busca no lo encontró en los partidos tradicionales como ARENA y el FMLN, sino en una nueva expresión política que está transformando la sociedad como ninguna otra.
Cualquier cambio que ahora ARENA impulse suena a desesperación para tratar de ampliar su base de apoyo. Ya la última encuesta de CID Gallup nos ha mostrado que solo tiene el 4 % del respaldo de la población.
Lo paradójico es que ese 4 %, esa pequeña cantidad que aún cree en ellos, lo hace porque son anticomunistas. O sea, en un afán de crecer, terminarán perdiendo a su hueso colorado que se resiste a creer que siguen siendo enemigos de los rojos.