Los mayores lastres que ha tenido la sociedad salvadoreña durante las últimas décadas han sido la corrupción, la inseguridad y la falta de voluntad política para tomar las decisiones correctas y necesarias para mejorar los problemas que había en la nación.
Uno de los grandes pretextos que tenían los viejos partidos políticos era que no podían avanzar a un ritmo más acelerado porque no había condiciones en el país —ya fueran legales, sociológicas, culturales o económicas—, pero también implícitamente reconocían que tenían que seguir los lineamientos provenientes de potencias extranjeras, ya fueran Gobiernos u organismos multilaterales.
De esa forma, el país importó no solo una buena parte de su consumo diario (desde alimentos básicos, pasando por productos industriales, hasta servicios), sino también las recetas que los países desarrollados tenían para que El Salvador fuera próspero, justo y desarrollado.
Sin embargo, el tiempo ha demostrado lo contrario. No hemos tenido el desarrollo que pregonaban y muchas leyes importadas debido a la imposición de organizaciones y Gobiernos facilitaron el crecimiento, la expansión y el fortalecimiento de las pandillas, al ser en extremo garantistas y privilegiar a los criminales por sobre las víctimas.
En materia económica, las recetas de los organismos multilaterales terminaron haciendo dependiente al país de las importaciones, en lugar de fortalecer el aparato productivo nacional.
Ante esto, el presidente Nayib Bukele ha dicho que, para que El Salvador prospere, tenemos que hacer lo que los países desarrollados hacen y no lo que nos dicen que hagamos. Ha quedado totalmente demostrado que la forma en que han actuado en el pasado les ha dado resultados, pero la mayor parte de las veces lo que ahora recomiendan hacer al país va en contra de lo que en la práctica ha demostrado ser exitoso.
Entonces, no tiene sentido que las recetas que ofrecen otros Gobiernos y organizaciones internacionales requieran más tiempo para que den resultados cuando hay métodos más efectivos para lograr los objetivos.
En materia de seguridad, por ejemplo, este tema es vital, porque cada acción puede salvar millares de vidas, en tanto que la vía propuesta será más larga, lo que mantendrá en peligro la integridad de cientos de personas. Por más de 30 años, en los gobiernos de ARENA y del FMLN, esas recetas no solo no dieron resultados, sino que multiplicaron los problemas causados por las maras. ¿Por qué razón, entonces, deberíamos continuar aplicándolas? Para lograr resultados diferentes hay que implementar soluciones diferentes que hayan resultado ser efectivas en otras latitudes. Y solo así lograremos avanzar como país.