En la ciudad de Kursk, a pesar de que la guerra en Ucrania ha llegado a sus fronteras, hay una febril actividad científica que se centra no solo en la investigación de la Universidad Estatal del Suroeste de Rusia (Uesor), sino también en una intensa actividad de cooperación e intercambio con otras universidades latinoamericanas.
Es el caso del profesor Dr. Nikolay Frolov, quien desde hace algunos años ha tenido contacto con la Universidad de El Salvador, estableciendo vínculos para el diseño y lanzamiento de un Sputnik universitario, apoyado por la Universidad de Kursk, al igual que lo ha hecho la Universidad de Managua y la Universidad de Lima.
Esta labor en medio de la guerra, muy acentuada en el espíritu ruso, es una afirmación de que, aun en las condiciones más adversas, las instituciones científicas siguen funcionando con normalidad, lo que recuerda otras guerras rusas, donde mantener la normalidad fue y es una forma de resistencia.
En la Segunda Guerra Mundial, Gran Guerra Patria para los soviéticos, durante el sitio de Leningrado (actual San Petersburgo) por el ejército nazialemán, en medio de las bombas y la carnicería de los ataques de la Luftwaffe, los leningradenses, desde el 8 de septiembre de 1941 hasta el 27 de enero de 1944, mantuvieron la cotidianidad de la ciudad, al grado que era común ver desmayarse en la calle a sus habitantes y caer muertos de hambre, frío o desnutrición.
Todos esos 900 fatídicos días funcionó la Ópera de Leningrado, así como los conciertos de música en sus numerosos teatros, que era una forma de resistir, aunque en medio de los bombardeos la orquesta filarmónica tocara alumbrándose con candelabros y velas.
Lo mismo sucede actualmente en la ciudad de Kursk, en cuya periferia el ejército ucraniano, apoyado por mercenarios occidentales y maquinaria de guerra de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), ha ocupado una cuchilla occidental de su territorio.
Un aspecto interesante de la cooperación científica rusa con la Universidad de El Salvador y con el Gobierno salvadoreño ha sido ofrecer ayuda y «know-how» en la instalación de una planta de energía atómica en el país, a través de la Corporación Estatal de Energía Nuclear Rosatom, un «holding» de empresas estatales rusas con sede en Moscú, especializada en energía nuclear, bienes nucleares no energéticos y productos de alta tecnología.
Viajando entre Kursk y Latinoamérica, en medio de la guerra, el profesor Dr. Nikolay Frolov, director del Centro de Cooperación Científico-Técnica e Innovaсión de la Uesor, siempre realiza sus visitas periódicas para desarrollar y ampliar la cooperación bilateral entre la Universidad Estatal de Kursk y las universidades latinoamericanas. Producto de las visitas del profesor Frolov a nuestro país, junto con otros científicos rusos, han sido los encuentros con sus respectivas contrapartes gubernamentales y universitarias de El Salvador.
Dos delegados salvadoreños participaron en la conferencia internacional sobre energía atómica, celebrada en Sochi, Crimea, este año. El punto central de las conversaciones con sus contrapartes es la cooperación en el ámbito de los desarrollos espaciales y el intercambio de experiencias entre el personal docente de nuestras universidades. La intensa agenda en América Latina continuará con reuniones de trabajo con representantes de otras universidades de Latinoamérica, incluido El Salvador.
El profesor Frolov resume su valiosa tarea en la formulación de soluciones productivas y exitosa implementación de los objetivos planteados, dirigidos al desarrollo del potencial científico y educativo de nuestros países.