A mediados de mi carrera deportiva, me di cuenta de que el periódico debería leerse de atrás para adelante, ya que extrañamente las mejores noticias se encuentran por último, pues son las noticias deportivas, y en ellas se exaltan los logros y alcances fruto del esfuerzo de jóvenes atletas.
En mi continuo andar por la senda de la mano vacía, me he encontrado con diferentes administraciones en el Indes, y, en 20 años, no había tenido la oportunidad de ver la cantidad de apoyo y la importancia que le merece a un Gobierno Central la actividad deportiva. Sin embargo, irónicamente, cuando mejor se están haciendo las cosas, se frustra de forma abrupta una gestión sin comparación. Dos temas delicados y de mucha sensibilidad social fueron afectados: la inversión en infraestructura y los salarios.
Esta gestión del Indes no solo inició las reparaciones y las reconstrucciones de los escenarios que aún podían rescatarse, sino también se crearon las bases para los proyectos de nuevos escenarios deportivos. Todo esto no solo para el alto rendimiento, sino también para la masificación.
En el caso de los salarios y las remuneraciones (según mi análisis), se interpretó de manera equívoca por parte de la Asamblea Legislativa que se iban a crear nuevas plazas, más en un alto porcentaje. La intención era formalizar la situación laboral de algunos empleados.
A todo esto se sumó medio millón de dólares entregados a Cotecla directamente, y sin consultar con el máximo ente rector del deporte en El Salvador.
Todas y cada una de estas situaciones, sumadas a la creciente ansiedad de algunos legisladores que ven en riesgo sus cargos, debido a los resultados de las últimas encuestas electorales en relación con el 28 de febrero, a mi juicio, los hace actuar de manera errónea, por no decir malintencionada, y más cuando no buscan la asesoría correspondiente de un tema que probablemente desconocen. Todo esto crea la tormenta perfecta, que arrasa todo lo que encuentra en su camino, sin importar el daño que hace o a quién se lo hace.
Les hago la pregunta a los parlamentarios: ¿por qué no blindaron el deporte, a sabiendas de la importancia que este brinda a la población y en mayor número a la niñez y a la juventud, principalmente a los más desposeídos, tal y como lo hicieron con los rubros de salud, educación y de la UES, entre otros? ¿Conocen ustedes el universo de salvadoreños beneficiados con el deporte? ¿Saben ustedes que al afectar el deporte afectan la salud, la seguridad pública, el turismo, la educación, el comercio, entre otros?
Hermanos diputados, en mi calidad de salvadoreño, de padre de familia, de instructor deportivo, de profesional, ruego su reflexión sobre este tema. Cada ciudadano valorará su actuar, ya que es de humanos equivocarse, pero de sabios el corregir. Si continúan, continúen con la humildad de un nuevo inicio, y si no, salgan con dignidad y manteniendo amor hacia su patria. Quiero aplicar a nuestra realidad aquellas palabras de san Romero de América: «En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡cese la represión!».
Y humildemente y con mucho respeto yo agrego: «Cese la represión contra el deporte».
Hoy no les hablo con mi investidura como presidente de una federación deportiva ni como un profesional académico, les hablo como un ciudadano más, que ama y lucha por su país desde mi trinchera: el deporte.
Dios ilumine su pensar, y con firme convicción les insisto: ¡el deporte no se toca!