Durante décadas, nuestro país sufrió el golpe de los desperdicios que nos impuso la guerra civil, que dejó una marca emblemática merced a la forma de hacer política del bipartidismo, dos fuerzas políticas que se repartieron el país: una que gobernó durante 20 años y otra con la que bastaron dos períodos para dejar claro quién es y adónde quería llegar, condenando al olvido las casas de cartón y los tradicionales discursos de socialismo y libertad.
En 2014, ambas corrientes políticas querían obtener el poder total del Ejecutivo, sin importarles las consecuencias de sus actos. ARENA y el FMLN buscaron la manera más sucia de obtener votos, pactando con criminales y negociando así la vida de los salvadoreños con el único objetivo de saciar sus oscuras intenciones de obtener el poder total del país.
Las pruebas contundentes contra figuras públicas, como el excandidato presidencial Norman Quijano y el exalcalde de San Salvador Ernesto Muyshondt, los expusieron como los actores materiales de las negociaciones con grupos terroristas, de entregar fajos de billetes a los criminales y consumar el pacto de vidas por votos.
Ambos partidos, ya moribundos, tienen una alianza con fines personales, que los une en un solo bloque para desestabilizar y atacar al Gobierno del presidente Nayib Bukele, con lo que obtienen resultados poco alentadores. Un claro ejemplo es una publicación de sus mismos medios publicitarios como «La Prensa Gráfica», que en su reciente encuesta refleja que el mandatario salvadoreño goza de un 85.1 % de aceptación por parte de la población.
El trabajo del Gobierno Central y la nueva Asamblea Legislativa le permite a la población salvadoreña volver a creer en la política nacional, ya que brinda transparencia y un combate total a la corrupción, sin importar de donde venga. El 15 de diciembre de 2021 quedará plasmado en la historia reciente de nuestro país, pues se desaforó al diputado del Parlacen Norman Quijano por las acusaciones que tiene por pactar con pandilleros. La población está satisfecha por cómo se enfrenta ahora a los traidores del país. Con ello se logra justicia, una justicia para todas las víctimas de estos criminales, para quienes perdieron a seres amados, incluso para quienes les tocó emigrar de sus casas a consecuencia de amenazas o de muertes por los grupos delictivos.
La vieja forma de hacer política en El Salvador poco a poco va desapareciendo y deja a las nuevas generaciones construir un legado positivo en la historia del país, al ser transparentes y concisos en las decisiones, las propuestas y las leyes en favor de la población, sin seguir agendas o a grupos de financistas que durante años dejaron en el olvido a nuestra gente y a la espera de beneficios que solo ayudaban a pequeños grupos de concentración de poder, quienes, a su vez, eran amigos de los mismos que se hacen llamar de derecha o de izquierda.
Sabemos que el camino no ha sido fácil y que aún nos falta mucho por recorrer, pero estamos dando resultados positivos al perseguir a los criminales de cuello blanco que tenía el país, sin olvidar que sus partidos políticos son clave para seguir delinquiendo. Por ello, el próximo paso debe ser la cancelación de dichas estructuras, que se han convertido en un nido de criminales.