De forma ideal, el Fondo para el Desarrollo Económico y Social (Fodes) que recibían las municipalidades debía servir para obras de bienestar de los ciudadanos. El Gobierno transfería el dinero para que los alcaldes que supuestamente conocían directamente las necesidades en los barrios, las colonias, los pueblos, los cantones y los caseríos hicieran su trabajo al servir a la comunidad.
La lógica de la transferencia de los fondos fue que parte de la responsabilidad del Estado se delegara a los alcaldes (como el mantenimiento de las calles), es decir, aparejada a la nueva responsabilidad iba el financiamiento necesario.
Al principio, el Fodes fue una transferencia bastante simbólica, pero, poco a poco, las sucesivas asambleas legislativas no hicieron más que practicar el clientelismo político y empezaron a subir el porcentaje hasta llegar al 10 %, que el viejo Órgano Legislativo incrementó al 10 % de los ingresos del Estado en un intento para boicotear al Gobierno del presidente Nayib Bukele (al obligarlo a desviar los fondos del presupuesto general de la nación a las alcaldías drenaba recursos para los proyectos de su administración) y, de paso, le garantizaba recursos frescos a los alcaldes, que luego desviaban para las campañas electorales tanto propias como la de diputados.
De modo que el Fodes fue utilizado no para construir caminos, reparar escuelas, levantar muros de contención y ampliar el tendido eléctrico, sino para financiar las fiestas patronales, los salarios de los activistas políticos que estaban disfrazados como empleados municipales, o simplemente fue desviado hacia la corrupción. Alcaldes de pequeños y pobres poblados resultaron con salarios de miles de dólares, a pesar de que no había recaudación tributaria suficiente para mantener tal nivel de ingresos.
El Fodes terminó por ser la fuente de ingresos para los funcionarios corruptos y para el financiamiento de las campañas electorales. En lugar de construir una cancha para que los niños y jóvenes practicaran deportes, los alcaldes entregaban durante las campañas electorales camisetas, cántaros y hasta alimentos con sus rostros y con las banderas de sus partidos políticos.
Por esto surge la Dirección Nacional de Obras Municipales (DOM), una institución que hará un uso eficiente del Fodes. Por primera vez en muchos años, los ciudadanos verán que el Fodes se convertirá en obras verdaderas, no en proselitismo o proyectos de mala calidad que solo servían para enriquecer a unos pocos.
Un día después del lanzamiento oficial, la DOM se desplegó por San Salvador y empezó a intervenir calles que llevaban años sin ser reparadas. Lo mismo sucederá durante la primera fase, que se enfocará en 22 grandes municipios en los que vive la mayoría de la población salvadoreña. Ahora sí veremos que el Fodes estará al servicio de la gente.