Humilde, sencillo, amable y siempre con una sonrisa en su rostro, así describe José Zepeda al fray Cosme Spessotto. Él lo conoció desde que era un niño, pues Spessotto lo instruyó en su primera comunión, también recuerda que el padre organizaba convivios y tardes de juegos para los niños, y les entregaba dulces.
Este acercamiento con el padre se fortaleció con los años, y cuando Zepeda ya era adulto, empezó a colaborarle con asistencia administrativa en el convento, como completar la nómina del bautizo.
«Lo conocí a los seis años cuando empecé a estudiar el catequismo, y él me dio la primera comunión en 1956. Desde ahí, comenzamos una relación más directa con la iglesia, pues iba cada viernes, luego a las misas, siempre lo admiramos porque tenía el don de atraer a los niños con su carisma. Él pudo atender, con mucha paciencia una gran parroquia», narró Zepeda.
El adulto mayor es un docente jubilado y actualmente conserva estampas e imágenes del padre en su casa. Recuerda que algunas de las cualidades más destacables de Spessotto era la entrega con la iglesia. En un momento convulsionado por el conflicto armado, el padre reconstruyó el templo y desarrollaba actividades para que la población del municipio se acercara al templo.
De igual forma, trasladó a las personas que no tenían acceso a medicamentos o a servicios médicos. También luchó porque los trabajadores tuvieran un salario digno. «Él fue el motor de algunos cambios que tiene San Juan Nonualco. Uno de los principales es el templo que tenemos, esta infraestructura la levanto con tanto sacrificio y apoyo. Su carro se convirtió en ambulancia porque la gente llegaba a buscarlo a medianoche para que los llevara al hospital», narró.
Durante años, José formó parte del comité del padre Cosme, y ahora, solo unos días de la beatificación, considera que se ha logrado uno de los objetivos por los que trabajaron durante décadas. «Cuando lo mataron, los feligreses sentimos un sentimiento de odio, pero eso cambio al leer el testamento espiritual que él dejó, donde decía que de antemano perdonaba a los ejecutores de su asesinato. Eso es un testimonio de un gran cristiano, que es el legado que nos dejó, entregado a su misión de sacerdote», indicó.