Los daños económicos causados por la COVID-19 han sido muy profundos, en especial para Latinoamérica y el Caribe, región que ya venía golpeada y que no logra un crecimiento superior al 1.3 % desde 2014.
De acuerdo con la Universidad Johns Hopkins, la región acumula más de 8 millones de casos positivos de coronavirus y supera las 300,000 muertes, a pesar de tener una de las cuarentenas más estrictas del mundo para contrarrestar la pandemia. Además, el daño a la economía ha sido sin precedentes.
De acuerdo con el informe más reciente de perspectivas económicas del Fondo Monetario Internacional, la región viviría una contracción de 8.1 % en 2020 y un repunte de apenas 3.6 % en 2021. Estas estimaciones dejan un mensaje claro: Latinoamérica será la región con el peor desempeño en este año, la que menos repuntará en el próximo y la que tardará más en recuperar lo destruido. Se estima que alcanzará los niveles prepandemia hasta 2024.
Si se analiza por países, Brasil y México, las dos mayores economías de la región, se contraerían 5.8 % y 9 %; mientras que Argentina, Colombia y Perú caerían 11.8 %, 8.2 % y 13.9 % en comparación con 2019, respectivamente. Para 2021, cuando iniciaría la recuperación, el repunte es desigual: de los países con mejor PIB, el que más crecería sería Perú, con 7.3 %, y el que menos lo haría sería Brasil, con 2.8 %.
Estas conclusiones tan alarmantes se deben principalmente a que Latinoamérica es la región más desigual del mundo, con débiles sistemas de salud y extremadamente altos niveles de informalidad, donde se estima que más de la mitad de la población está bajo esas condiciones; por lo tanto, no es posible asumir órdenes de quedarse en casa, y los gobiernos difícilmente pueden ayudar a estas personas, no solo porque su capacidad de gasto fiscal es limitado en comparación con el de los gobiernos de otras regiones, sino porque ellas no están registradas en las bases de datos de los sistemas laborales y tributarios.
Aunque estas noticias no son alentadoras, 2021 debería ser un año de recuperación, así sea lenta; no obstante, el resultado de las elecciones estadounidenses del próximo 3 de noviembre podría acelerar o no dicha recuperación. Una muestra de ello es la volatilidad en los mercados y la reducción del apetito de los inversionistas por el riesgo, pues buscan transacciones más seguras e incluso la demanda de monedas refugio, como el dólar estadounidense, mientras se supera la pandemia.
Ahora bien, aunque Latinoamérica no es una de las prioridades para la siguiente administración estadounidense, sí existen políticas que tendrán un impacto en la región.
En primer lugar, un escenario en el que Trump es reelecto será la continuación de varios vientos en contra para la región. Uno de los más relevantes es su fuerte retórica frente al comercio internacional y la guerra comercial que caracterizó su mandato; de hecho, sería su última administración y, por lo tanto, podría llegar a tener una posición aún más drástica en este aspecto. La principal consecuencia es que el comercio internacional seguiría golpeado y la posibilidad de nuevos incentivos o acuerdos comerciales se reduciría, restándole impulso a la recuperación latinoamericana.
Adicionalmente, Trump continuaría con su radical posición frente a las políticas de inmigración. Una muestra fue la revocación del acuerdo conocido como DACA, el cual otorgaba protección a los residentes indocumentados que llegaban a EE. UU. siendo menores de edad.
Este tipo de políticas afectarían principalmente a Centroamérica. Es importante tener presente que más de la mitad de los inmigrantes en EE. UU. provienen de Latinoamérica, y por eso es un tema relevante, que influye en aspectos como las remesas, que tanto ayudan a países como Honduras y Colombia, donde son su primera y segunda fuente de ingresos de dólares, respectivamente.
De acuerdo con esta posición más ortodoxa del presidente Trump, el apetito por el riesgo, en especial hacia la región, tardaría más en llegar. Adicionalmente, la incertidumbre originada por las tensiones en el comercio internacional podría causar que la tan esperada depreciación del dólar tarde en llegar o que sea lenta.
Mirando la otra cara de la moneda, pareciera que una victoria del demócrata Joe Biden indicaría un mejor panorama para la región. Biden se caracteriza por ser una persona más amigable; por lo tanto, las tensiones y las incertidumbres en los aspectos mencionados anteriormente se reducirían, lo cual es un factor positivo. Adicionalmente, Biden propone un aumento al salario mínimo, lo cual ayudaría a contraer un poco la inequidad salarial, en especial de las minorías y de los inmigrantes que envían remesas a sus países de origen.
Por otra parte, en caso de darse una «ola azul», donde los demócratas no solo ganan la presidencia, sino que también obtienen la mayoría en el Senado y la Cámara, la disposición de aumentar el déficit fiscal estadounidense continuaría sin importar que actualmente ya se encuentre en niveles no vistos desde los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. En consecuencia, probablemente el dólar aceleraría su debilidad y sería una fuerza a favor de las monedas latinoamericanas, reduciendo presiones principalmente de deuda.
Finalmente, un tema que también podría ser relevante es el referente al sector de la energía. Los dos candidatos tienen posiciones totalmente opuestas: Trump impulsa el uso de combustibles fósiles como el petróleo; Biden, por el contrario, quiere impulsar un plan para asegurar que EE. UU. sea una economía 100 % de energía renovable y que alcance las cero emisiones netas de CO2 antes de 2050. Por lo tanto, políticas que afecten el precio de las materias primas, en especial el costo del petróleo, como el conflicto entre Estados Unidos e Irán, tendrán repercusión directa en la región, en especial para países que dependen en gran parte del precio de las materias primas, como es el caso de Colombia y el petróleo.
Aún faltan muchos aspectos por evaluar; sin embargo, es importante que el riesgo electoral se disipe para que tanto los gobiernos como los inversionistas se centren en políticas y decisiones para una pronta recuperación de nuestra región.