Las perversas intenciones de los partidos tradicionales quedaron al desnudo el pasado 9 de febrero: querían dar un golpe de facto al presidente Nayib Bukele. Querían violentar la voluntad de todo un país que decidió cambiar su rumbo en 2019. Querían dinamitar los logros que están a la vista de todos y que han sido posibles gracias a este gobierno. Querían destituir al presidente, llevarse de encuentro el respeto a la Constitución.
La iniciativa de destitución, firmada por varios diputados de los institutos políticos mayoritarios de la Asamblea Legislativa, tenía como fin asestar un duro golpe a la democracia. Iba en ello una estrategia oscura que había quedado clara desde mensajes públicos en los que el fugitivo y exiliado Mauricio Funes indicaba la idoneidad de la acción, debido a la correlación numérica que ARENA y el FMLN tienen en el Legislativo para una acción como esta. Sí, Mauricio Funes fue el director de orquesta de areneros y efemelenistas en este error mayúsculo. Además, por sus manifestaciones públicas, Rodolfo Párker, conocido ahora como coordinador del grupo ARENA-FRENTE, es el operador de este despropósito, en el que hasta el PCN sale salpicado.
Sin embargo, con lo que no contaban estos cínicos fue con la enorme respuesta de la sociedad salvadoreña, que se volcó a apoyar al presidente y para rechazar cualquier intento golpista. Así, fueron los salvadoreños, el pueblo honrado, el que salió en defensa del presidente y convirtió esa estrategia ruin de los diputados en una bomba que terminó estallándoles en la cara.
Por eso, horas después del peor error político de la campaña, otros diputados quisieron desmarcarse públicamente, a pesar de que la iniciativa llevaba estampadas sus firmas, que quedaron para la posteridad como prueba legítima de las intenciones de romper el orden constitucional y atentar contra la historia.
Los legisladores quisieron limpiarse las manos con Velásquez Párker, pero la documentación señalaba claramente que no era solo ese diputado el interesado en un golpe, sino los partidos mayoritarios en general.
Visto ya en perspectiva, quedó claro que esta acción fue el acabose para ARENA y el FMLN. Sus cálculos, nacidos en Nicaragua, fueron torpes y quedaron en ridículo frente a los salvadoreños y frente a la comunidad internacional.
El hecho se da a las puertas de un momento muy importante en el devenir de nuestra historia. Estamos a escasos días de vivir una fiesta electoral que pondrá a Nuevas Ideas al frente del Órgano Legislativo y al frente de no menos de 160 alcaldías en todo el país. Una verdadera gesta que se prevé enorme y que cambiará definitivamente el mapa político salvadoreño.
Las jugarretas desesperadas de los mismos de siempre los han hecho quedar mal. Se les acaba el tiempo y lucen ansiosos, espantados y con poca lucidez. Tienen que saber que no solo su vida política está a punto de llegar a su fin, sino que deberán enfrentar la justicia por los crímenes que han cometido contra el pueblo salvadoreño.