Cuenta que cuando estaba en pleno apogeo de su carrera, con el dinero que recibía, una de sus más grandes satisfacciones era ir a la playa, comprar a los vendedores con carretones de minuta, de sorbete o de los canastos con semillas y regalárselos a los niños y contratar a los mariachis. «Mi alegría era que cuando yo llegaba veía contentos a los demás… En ese momento yo estaba bien, y para mí era normal». Sin embargo, afirma que la mala administración lo llevó a que el dinero se le acabara y tocó fondo. «Te acostumbras a tenerlo y, de repente, al no tenerlo, descubrís las amistades, y siempre voy a pensar que la farándula es una jungla».
Alonso comparte que se deprimió dos años: «No quise salir, tenía unos 35 o 40 años. Prácticamente solo salía a la puerta de la casa, pero siempre llegan las segundas oportunidades y es así como llega “Gracias, mi amor”. Llegaron varias canciones que me dieron la oportunidad de volver a surgir». Con la pandemia, Alonso ha decidido seguir en la música, pero por momentos guarda el micrófono para ayudar a los demás con labores altruistas.
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¿Qué otros proyectos ha desarrollado?
Hace tres años me llegó la oportunidad de ser presentador de televisión, pero no era lo que quería, no quería estar sentado en un set. Entonces, decidí hacer mi propio espectáculo, que se llama «Pasados de sabor, el show», que se transmite en TVO y soy el productor general de mi propio programa. No me puedo quejar, es un programa que lo hago a mi manera. Yo soy feliz con la gente, con el pueblo. Platico con ellos.
¿Qué lo llevó a involucrarse en labores sociales?
Comenzó la pandemia y con ello una situación crítica. Gente pasándola muy duro y llegó el momento de ponerme a ayudar. Aquí hay artistas que se obsesionan y se olvidan. Ahorita hay que ayudar al pueblo.
¿Cuál fue ese detonante que a usted lo hizo querer tener más participación con la gente?
Yo siempre había sido apolítico, toda mi vida. De hecho, me caía mal la política, pero yo en el presidente Nayib Bukele vi algo diferente y bien me acuerdo de que me vi toda la juramentación de él. En el discurso que dio yo levanté la mano cuando él nos pidió que lo hiciéramos. Yo levanté la mano y juré junto con él que yo me comprometía a tener un mejor país.
¿Qué ha pasado después de ese compromiso que asumió?
Después de ese día, comienza el «Pura uva» con mis propios fondos a comprar arroz, azúcar, frijoles. De repente, ya no tenía fondos, pero la diáspora conmigo siempre ha sido 10. Yo a la diáspora la bendigo porque le decía: «Muchachos, échenme la mano. Lo necesito», y me ayudaron. Junto a mi familia armábamos canastas en medio de la pandemia. Hacíamos comida y la repartíamos.
¿Cuánto tiempo tiene su labor altruista?
Yo veía a los políticos de antes que solo se robaban el dinero y me preguntaba ¿cómo es posible que este no pueda ayudar? Cuando usted está en un cargo político, tiene muchas posibilidades de conseguir cosas, yo sé que se puede. Ni yo, que era un cantante, me rebuscaba y he dado más de 60 sillas de ruedas, andaderas y me involucré tanto en este mundo que llevo un año y cinco meses que yo no dejo de trabajar un día. Es que nosotros valemos la pena.
¿Ha habido alguna historia que lo haya marcado?
Un día me cae una llamada a las 8 de la noche, en donde me informaron sobre una familia que estaba tirada en el cerro El Coco, en Chalchuapa, y salgo en mi carro, y voy encontrando a tres criaturitas, una de cinco, una de nueve y otra de ocho, y a la mamá, solo con un mosquitero, aguantando frío. Cuando vi este caso me impactó tanto, y la alcaldesa de ese momento solo les había ido a dejar láminas y cartones, como si ellos pudieran hacer las cosas, y es ahí donde decido construirles una casa. Es así como hice, con la ayuda de la diáspora, la primera vivienda. Estoy hablando de vivienda digna, con agua, luz, no de láminas. La diáspora, de repente, me mandaba para 50 bloques, después para 200.
¿Cómo supo la gente de este esfuerzo que hace?
Por mis redes sociales. Yo tengo varios seguidores y la gente me mira. Hago un en vivo y, de repente, se me conectan más de 500 personas.
¿Cuántas casas va construyendo hasta el momento?
Cinco casas ya entregadas a gente vulnerable. Poco a poco fui descubriendo que se pueden hacer las cosas.
¿A dónde las ha construido?
He hecho dos en Chalchuapa, una en Ahuachapán. Estoy haciendo una en San Sebastián Salitrillo. Mi vida cambió. He dejado el micrófono por la construcción.
¿Qué siente al hacer estas acciones?
Se han convertido en una especie de pasión, de amor. Yo no soy oposición, yo quiero velar por la gente, porque el pueblo esté bien.