Hablar del arte del maestro Llort significa traer a la mente toda una iconografía de trazos y dibujos coloridos con los que el artista reflejó buena parte de la identidad del pueblo salvadoreño.
El legado, que comenzó en 1977 junto con su esposa Estela en un pequeño taller en Chalatenango al que llamaron La Semilla de Dios, pronto germinó para dar paso a las obras más representativas del artista.
Para el hijo de Fernando Llort, Juan Pablo, las expresiones artísticas de su padre son una manifestación completa del amor a su tierra.
El color, el paisaje natural, la sencillez del pueblo y el orgullo de ser salvadoreño lograrían que el arte de Llort se adentrara en la esencia cultural de El Salvador y alrededor del mundo.
«Todo el legado que él ha dejado no solo es nuestro [como familia], es de todos los salvadoreños, ya que, con ello, mi papá dio una identidad artística a El Salvador. En sus obras está plasmado todo lo que él quería transmitir a los salvadoreños y extranjeros: la alegría, el colorido, la esperanza y la riqueza de nuestro país».
Tres años han pasado desde la ausencia física del maestro; sin embargo, el legado que dejó se mantiene más vivo que nunca.
Juan Pablo expresa que su familia se emociona por el hecho de que se sigan destacando las obras y el arte de su padre. Esto lo menciona debido al reciente lanzamiento de la Marca País, impulsada por el Ministerio de Turismo.
Juan Pablo dice que recibieron con mucha alegría la noticia: «Es completamente satisfactorio que quieran atraer turismo y dar a conocer al país a través de la riqueza artística que expuso mi padre».
Y es que, para muchos salvadoreños, Fernando Llort representa todo un movimiento económico y cultural en El Salvador, y más precisamente en La Palma, Chalatenango. Pero también muchos lo recuerdan con gratitud por su calidad humana.
EL ÁRBOL DE DIOS
Marta, Leticia, Delmy y Aníbal, todos hermanos y con el mismo apellido (Fuentes), han formado parte del Árbol de Dios (galería, taller y tienda de la marca Fernando Llort) desde hace muchos años.
«Lastimosamente, antes no había esa facilidad de tomar fotos. Ahora solo tengo los recuerdos en mi mente. Fue un trabajo que se hizo con mucho amor de parte de todos. Recuerdo que en el piso de catedral comenzamos a armar el mural, la obra de don Fernando», dijo.
Los cuatro conocieron de cerca al artista y relatan la grata experiencia de haber trabajado con «don Fernando».
«Haber conocido a don Fernando y a su esposa fue y sigue siendo mi vida. Sigo trabajando aquí, y el apoyo de la familia Llort siempre ha sido completo», relató Marta, quien conoció a los esposos Llort en 1983.
Marta comenta que son innumerables las experiencias junto al consagrado artista, pero la que sin duda marcó su vida fue estar presente en la creación y colocación de los azulejos para la Catedral Metropolitana.
LA FUNDACIÓN LLORT
En 1989, Fernando Llort creó la fundación que lleva su nombre. Su propósito es enseñar el «método Llort» para el fomento del arte y la cultura para el desarrollo social y comunitario. La fundación actualmente es manejada por María José, hija del renombrado ceramista. «Lo que busca la fundación es ayudar a través del arte, especialmente a niños y jóvenes en riesgo social. Al rescatar a través de la fundación, estamos continuando el legado de mi padre», comentó Juan Pablo Llort.