Para el criminólogo y experto en seguridad, Ricardo Sosa, todas las leyes y planes de combate a la violencia y al maltrato animal deben complementarse con un trabajo en la base de la sociedad: la familia y enfocarse en mejorar las condiciones emocionales y afectivas de los salvadoreños desde la primera infancia.
Sosa hace un análisis del perfil que un maltratador de animales posee y en las características que comparte con los agresores sociales. Además, remarca que la Ley Especial de Bienestar y Protección Animal ha sido un gran paso, pero, ahora, el país debe entrar en una etapa de consolidación de una política de no violencia social y contra los animales a escala nacional.
Desde el enfoque criminológico, ¿existe una relación entre el maltrato animal y la violencia social?
El maltrato animal no es nuevo en El Salvador. Tampoco lo es el recurrir a la violencia como solución al conflicto. En el país, la violencia ha sido normalizada en todas sus formas y una de ellas es el maltrato animal, el cual está vinculado a la violencia social. Hay estudios que nos indican que, al revisar el perfil de agresores de animales se ha podido establecer que, aquellos niños que tiene una edad menor a 11 años y tienen estas prácticas de maltrato animal podrían tener una mayor posibilidad de involucrarse, en la etapa adulta, en el mundo delictivo.
¿Es válido afirmar entonces que un agresor de animales es o puede ser un agresor de personas?
Hay ciertas características que se han estudiado desde la criminología sobre el maltratador de animales y están relacionadas con las que se presentan en un agresor social. Algunas personas presentan todos u otros la mayoría. Usualmente, el perfil de un maltratador de animales es el de un abusador del poder y del control, es decir, el agresor ve en el animal una manera de reflejar el entorno de sus relaciones donde ha imperado la violencia.
Estos maltratadores de animales son un reflejo de una sociedad violenta y suelen originarse en familias donde existe una cultura de violencia. Es normal que, en un esquema violento, los seres humanos desarrollen conductas de agresión hacia grupos vulnerables, como los animales. Es una violencia que se aprende en el seno de la familia y en muchas ocasiones, los niños, adolescentes y jóvenes solo trasladan la agresión que ellos reciben hacia los animales.
¿Cuáles son algunas de las características que pueden encontrarse en un maltratador de animales?
Por lo general, estas personas padecen del trastorno de personalidad antisocial, conocido como sociopatía. Esto se genera desde sus vínculos afectivos en los que tiene como característica principal la ausencia de empatía, es decir, no tienen remordimiento ni son capaces de hacer una autorevisión de sus conductas agresivas.
También, otra situación que se ha visto reflejada es el egocentrismo y los rasgos de una personalidad agresiva. Además, en la última década se ha establecido una relación entre las prácticas de videojuegos extremadamente violentos y el consumo de pornografía como parte de las características que se manifiestan en los agresores.
Estas características son marcadas y evidentes. Esto también incluye las prácticas sadistas en las que el maltratador disfruta del abuso animal. La persona agresora suele disfrutar del daño que provoca a otros en sus relaciones cotidianas. Otro signo que nos puede alertar ante un posible agresor son aquellas personas que gustan de prácticas como las peleas de gallo o de animales y que encuentran placer o gratificación en toda actividad violenta.
¿Hay otros factores o características que pueden observarse?
Hay un factor que también le ha hecho daño a la sociedad y es el machismo. El machismo ha sido replicado de generación en generación. En esto, los hombres aprenden a maltratar a las mujeres, a otros hombres, a niños, a animales e, incluso, a maltratarse a sí mismos, en un entorno donde la violencia es la respuesta inmediata ante cualquier situación o es usada como una expresión de dominio y fuerza frente a otros.
¿Estas características tienen una etapa en la que se desarrollan en el ser humano?
Esto suele darse cuando el niño, en su primera infancia, ha sido víctima u observador de acciones de violencia en su entorno familiar por parte de sus padres, abuelos o de la persona que los cuida. Hay niñas involucradas en el maltrato animal. Esta connotación de violencia que viven los niños y niñas ha generado una normalización de la violencia en su estilo de vida, prácticas y normas.
¿Cómo puede prevenirse el desarrollo de estas características en el ser humano?
La prevención es la base de la criminología y debería ser la ruta en El Salvador para erradicar estas prácticas violentas. Acá juega un papel primordial la familia salvadoreña. Debemos rescatar a la familia para rescatar a la nación. Qué bueno que desde el despacho de la Primera Dama de la República se está impulsando una política de la primera infancia. Esto generará una nueva generación y transformará a los adultos actuales, quienes hemos desarrollado características de violencia. La primera responsabilidad es en casa. No podemos delegar en los docentes una responsabilidad que es del entorno familiar.
¿Se trata de un trabajo más intenso desde la familia y no dejar toda la carga a la escuela?
Es que la respuesta está en la familia, en la educación, en la formación de principios y valores que se practiquen en el grupo familiar, que los adultos sean un grupo significativo, un modelo de vida, y que no solo se dediquen a dictaminar normas y rigor. Se debe trascender a una cultura de paz desde el hogar. Esto trascenderá a los otros círculos de desarrollo de los menores. Los padres de familia deben trabajar en la educación y enseñar a sus hijos a manejar la frustración. Muchas veces, en el maltrato animal, se ve una situación de escape porque los padres no han trabajado en la identidad y en la autoestima de sus hijos. Es la familia la que debe trabajar en un nuevo modelo que le permita avanzar.
En la curricula educativa deben ponerse en práctica los principios y valores del respeto hacia los animales. Pero, en muchos hogares, no existe este respeto y formación y valores. Además, hay muchos hogares que han convertido al animal en parte del núcleo de la familia y esto juega un papel importante porque reafirma la idea de que la familia es la base de una sociedad pacífica.
¿Considera que la Ley Especial de Bienestar y Protección Animal recién aprobada no es una solución por sí sola?
El maltrato animal no se resolverá solo con la ley. La norma es importante para establecer los límites en el comportamiento, pero se complementa con la formación y la educación. Esto forma las bases de un cambio en el imaginario colectivo. La ley es buena y necesaria, pero es la primera parte para un trabajo de prevención más complejo y necesario para que la percepción en la sociedad sea diferente.
Los estudios que se han realizado en Estados Unidos, México y España, han permitido realizar un perfil con enfoque preventivo y busca generar insumos para generar políticas de prevención. Los aportes de la criminología deben ser la base de los principios rectores de la ley. La ley actual ha sido un esfuerzo de oenegés y activistas, que hablan a partir de su experiencia. Pero, para complementar su labor será necesaria una política de no violencia contra los animales y una visión estratégica de país.
¿Es la primera infancia la clave para erradicar no solo el maltrato animal, sino todo vestigio de violencia en el país?
En este punto sigue siendo clave el proyecto de la Primera Dama orientado a la primera infancia, ya que es ahí donde se atacan todos estos factores. Con este trabajo se está evitando el desarrollo del maltratador de animales, del homicida y del maltratador de mujeres. Con esa política se estará cambiando el esquema de la sociedad. Al cambiar el enfoque desde la familia se establecen los parámetros de toda la sociedad.
Hay mucha gente que no ha tenido una conexión afectiva en su familia. Cosas como recibir un abrazo, celebrar un cumpleaños, tener conexiones humanas, son cosas que muchas personas no han experimentado en este país y eso influye en el desarrollo de la violencia social y contra los animales. Por eso es clave que desde la familia se trabajen todas estas áreas para formar adultos con bases sólidas en sus pautas de comportamiento. Se considera que a los 12 años ya se tiene un nivel de consciencia, por eso es importante el trabajo que se hace de los 0 a 11 años.