El Salvador tiene la fortuna de contar en su territorio con un tesoro invaluable: los manglares, en donde los técnicos del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) trabajan día a día para garantizar la protección y reproducción de cocodrilos y caimanes.
El pasado 11 de mayo, en el manglar de la Barra de Santiago, en Ahuachapán, nacieron más de 38 crías de la especie americana «Crocodylus acutus». Estos pasaron 75 días en incubación y en observación para que nacieran sanos.
Los expertos contaron que los reptiles comienzan con la construcción del nido, es decir, raspan el suelo y construyen un montículo de tierra o excavan un hoyo y en estos lugares es donde dejan sus huevos.
Sin embargo, con el propósito de proteger los huevos para que las madres no los quiebren, los guardarrecursos se encargan de retirarlos de donde estaban enterrados y llevarlos a otra zona.
Jordi Segura, técnico de gestión de vida silvestre del MARN, explica que desde que los encuentran están al cuidado de estas especies y de monitorear la temperatura en su etapa de incubación.
«Todos los días toman la temperatura, se escucha si los bebés cocodrilos emiten sonido, pues no pueden pasarse de la temperatura de calor porque se ahogan y pueden morir», comentó Segura.
Cada huevo es colocado en cubetas y luego llevado hasta las incubadoras del MARN a temperaturas entre 30° y 37°, cuidando que las crías se desarrollen con normalidad a una profundidad de 25 a 35 centímetros. El experto afirma que la temperatura incide en si serán machos o hembras.
Asimismo, aseguró que los estudios han demostrado que niveles superiores a 31° generan las condiciones para que nazcan machos, pero si son menores a ese registro se ha determinado que nacen hembras.
Al momento de su nacimiento, aproximadamente 75 días de incubación, las crías de cocodrilos emiten vocalizaciones, sonidos que son fácilmente percibidos por las personas.
«Cuando solo uno o cuatro emiten sonido es porque no están listos; por naturaleza, la mamá cocodrilo golpea con la cola los nidos para escuchar si ya están listos para nacer, pero como en este caso nosotros los tenemos en incubación, pegamos tres palmadas en la tierra donde están y colocamos el oído para escuchar y definir cuántos están listos y sacarlos para que no mueran», dijo el experto.
Al ser expuestos al aire natural, el cascarón se endurece y puede ser más resistente que un huevo de gallina. Su resistencia es comparada a la de un plástico. Las crías abren el hocico y los guardarrecursos les ayudan a romper el huevo, los colocan en la tierra y les dejan el cascarón.
Luego son medidos, pesados y marcados para dejarlos en el mismo sitio donde la mamá depositó los huevos. «La mamá cocodrilo vive engañada del sitio donde los huevos van a estar, por eso los dejamos en ese lugar donde fueron puestos, porque llegan a verlos», sostuvo Segura.
A diferencia de las tortugas marinas, que al salir del huevo buscan solas su camino hacia el mar, los cocodrilos necesitan de sus madres para dar sus primeros pasos. En esas circunstancias, las crías necesitan la colaboración de su madre, incluso la del ser humano, para salir del cascarón. Al salir del huevo, estos reptiles se vuelven muy independientes y saben caminar con rapidez, nadar y desenvolverse con soltura.
Las crías de cocodrilo serán llevadas a la zona conocida como Tacachol, situada en el municipio de Jujutla, una de las áreas naturales protegidas que pertenecen al Complejo Barra de Santiago, que incluye Zanjón del Chino, Cara Sucia y Santa Rita, que tienen una extensión de 2,689 hectáreas con abundante vegetación.
El Programa Nacional de Conservación del Caimán y el Cocodrilo, a cargo del MARN, cuenta con un vivero de incubación donde los huevos de los cocodrilos son protegidos de la amenaza de otros animales y la mano del hombre.
Tanto el caimán como el cocodrilo pasan un proceso de anidación donde los expertos han contemplado las condiciones idóneas de temperatura en tierra para que el desarrollo de las crías sea exitoso.
Los expertos dicen que, según la fase de la luna, cada noche las hembras cocodrilo se dejan ver de tres a cuatro veces y que en la oscuridad cavan hasta cinco hoyos donde depositan sus huevos. La temporada de apareamiento de estos animales suele ocurrir en los primeros meses del año.
Marcados para mejor control
En occidente se entrelazan los canales de la Barra de Santiago, Santa Rita y Metalío, donde los cocodrilos pueden encontrarse, por lo que para evitar perder el control de cada animal, los expertos les asignan una numeración.
Los especialistas también asignan números para cortar las escamas de su gruesa piel y así los identifican. Un ejemplo es que, si tiene solo ocho escamas, corresponde a Metalío.
«La Barra de Santiago es el vivero con más nidos en los últimos tres años. Llevamos alrededor de 380 cocodrilos que han podido nacer, de acuerdo con la experiencia, llevamos un registro de todos los cocodrilos que nacen y son entregados, colocamos el peso y cuánto miden al nacer», comentó el técnico del MARN.
Los viveros de cocodrilos únicamente están en Puerto Parada, Usulután; la Barra de Santiago, en Ahuachapán, y la bahía de La Unión.