Como parte de los logros alcanzados por el Programa Nacional de Conservación de Loras Nuca Amarilla, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) cuenta con dos recintos diseñados y equipados para rehabilitar y posteriormente devolver a su hábitat a las loras que han sido rescatadas del tráfico y la tenencia ilegal.
«Este es un recinto especializado, adaptado para la rehabilitación de estos individuos, donde se hace un trabajo bastante fuerte y al final, cuando nosotros evaluamos y decimos que ya están listas para poder ser liberadas y reintroducidas nuevamente a su hábitat, abrimos unas compuertas que se tienen dentro de este recinto y finalmente salen a la vida libre», dijo Elena Castillo, técnica en monitoreo de programas de conservación.
La bióloga explica que antes de ingresar a este recinto las aves son evaluadas por un especialista en vida silvestre para brindar un tratamiento adecuado a su salud. Señaló que muchas de las loras llegan con las plumas de las alas recortadas, lo cual representa un proceso largo de recuperación, ya que su plumaje tarda hasta dos años en crecer, y durante este tiempo deben permanecer en resguardo.
«Nosotros tenemos que cuidarlas, pues aparte del plumaje también se evalúa cómo se encuentra su condición corporal, muchas vienen con mala alimentación. La gente les da básicamente semilla de girasol, y esa semilla es bastante grasosa, les causa problemas hepáticos y otros tipos de problemas a las aves», indicó.
Por lo que los especialistas del MARN establecen una dieta basada en frutos que sea adecuada a su especie y luego las monitorean constantemente hasta su recuperación. Al tener el visto bueno del médico veterinario, evalúan su posible adaptación con otras aves.
«Estos animales son altamente sociables; entonces, cuando nos entregan o cuando los decomisamos tienen problemas psicológicos bastante grandes. Vienen acostumbrados a las personas y hay que enseñarles nuevamente a ser loras», detalló Castillo.
Posteriormente, son apartadas para que comiencen a socializar con otras loras, porque generalmente nunca han visto a otro individuo de su especie. Esto permite que puedan pasar al recinto de adaptación, un espacio grande donde aprenden a volar, porque muchas de ellas, al estar en cautiverio, pierden ese instinto.
Cuando ellas ya se sienten listas para volar son llevadas al recinto de preliberación, el cual es mucho más grande que el de adaptación. Durante todo este proceso los equipos les incorporan alimentos silvestres y otros elementos que ayuden a recrear su hábitat.
«Se lo vamos incorporando poco a poco, hasta el punto que ya ellas solitas lo reconocen. Se ambientan para que ellas puedan hacer las actividades que naturalmente harían en vida silvestre. Además, se les expone ante depredadores para que ellas reconozcan cuáles animales son de los que deben huir», detalló la bióloga.
En ese sentido, el MARN también desarrolla acciones prioritarias para conservar esta especie que se encuentra en peligro de extinción. Los equipos trabajan en el monitoreo y cuidado de anidamiento de las loras nuca amarilla.
«Se han construido alrededor de 47 nidos artificiales. Estamos por construir más y la idea de construir estos nidos es que las loras o las parejas tengan acceso a más oportunidades para anidar, ya que ellas son bien específicas con los tipos de árboles y la forma que debe tener el árbol para poder realmente anidar», expresó Castillo.
La temporada de anidación de las loras ocurre entre noviembre y marzo, por lo que el MARN prepara estos nidos artificiales e instala cámaras trampa para mantener un monitoreo desde la etapa del cortejo hasta el cuidado de los pichones.
«Con los nidos hemos tenido bastante éxito, por ejemplo, en 2022 solamente tuvimos nueve pichones exitosos, luego colocamos los nidos artificiales y empezamos a hacer mucho más fuerte el trabajo, empezamos a colocar cámaras trampa. En el segundo año aumentaron y fue bastante la diferencia. Hasta este año han nacido 56 pichones», destacó la especialista.
Castillo añade que parte de la protección que les dan a estos pichones es la colocación de anillos para identificarlos.
«Los monitoreadores han sido capacitados también para poder colocar estos anillos sin hacer daño al pichón y por medio de la videovigilancia nosotros captamos exactamente el momento en el que estos pichones se convierten en volantones», explicó.