En estos últimos días, grandes medios de comunicación internacionales han dedicado amplios reportajes a criticar la gestión del presidente Nayib Bukele, en especial su exitosa campaña de pacificación del país a través del Plan Control Territorial, que, junto con el régimen de excepción, ha permitido que El Salvador sea ahora uno de los países más seguros del mundo.
Para «The Economist», el presidente Bukele «está destruyendo la democracia y está siendo aplaudido por eso», en referencia al encarcelamiento de más de 70,000 integrantes y colaboradores de pandillas. Se trata de criminales que durante décadas prosperaron bajo la complicidad de los gobiernos de ARENA y del FMLN, llenando de terror y luto a comunidades enteras. Es curioso que no hay publicaciones de este medio respecto al Bibby Stockholm, un barco prisión que utilizará el Gobierno británico para encarcelar a migrantes que huyen de sus países para buscar una mejor vida en el Reino Unido. Esta barcaza es una cárcel sobre el agua para personas que no han cometido ningún crimen.
Otra publicación que critica a El Salvador es «Los Angeles Times», que habla del «creciente culto» a Nayib Bukele en Latinoamérica debido al enorme interés que despierta el gobernante salvadoreño en toda la región gracias a sus efectivas políticas de seguridad. «¿Culto? ¿Por qué los principales medios de comunicación nos tienen tanto miedo? ¿No se dan cuenta de que los que actúan cada vez como una secta son ustedes?», respondió el presidente Bukele en redes sociales.
Diversos estudios de opinión pública en todo el continente han demostrado la admiración que despierta el presidente Bukele al haber convertido a El Salvador en un país muy seguro después de haber sido la capital mundial de los asesinatos (un triste legado de los gobiernos de ARENA y del FMLN). De hecho, el presidente Bukele tiene más apoyo en Colombia que el actual gobernante, Gustavo Petro, quien propone la brillante idea de que el Gobierno debe dar dinero a los delincuentes para que dejen de cometer crímenes.
En realidad, la decisión política y la valentía de enfrentar a las pandillas y a otras organizaciones delictivas solo molestan a aquellos que ven que la estrategia del presidente Bukele puede servir de ejemplo para otras naciones. Únicamente aquellos que conciben la democracia como la derrota ante las mafias pueden considerar que darle paz y seguridad a un pueblo es algo dañino.