¿Por qué Jesucristo, siendo Dios, todopoderoso, creador de todos los universos infinitos, de los cielos y la tierra, de los mundos visibles e invisibles, tuvo que bajar a esta tierra, encarnarse, padecer y morir como un mortal y resucitar al tercer día? En la doctrina cristiana este es el acontecimiento más significativo.
Al imperio del mal, al afectar toda una creación, solo había una forma de detenerlo y destruirlo para siempre, a través de una ofrenda de amor, que significaba sacrificar un cordero sin mancha y sin pecado. Por eso Dios, en su más grande amor por la creación, envió a su hijo amado, su unigénito, para tomar el lugar del cordero sin mancha y ser inmolado con muerte de sangre en la cruz. Con esto se derrotaba al imperio del mal para siempre y se restablecería el orden y la gloria de la creación, de la cual gozaba al principio de los tiempos. Nuestro Señor Jesucristo al resucitar nos demuestra también que Él tenía el poder sobre la vida y la muerte, su resurrección nos confirma todo lo que enseñó cuando estuvo en la Tierra, confirmándonos la promesa de un nuevo reino eterno, es decir, el comienzo de una nueva historia para el hombre.
En su muerte se sacrifica su absolutez divina, es la corporificación de Dios, la expresión de un Dios hecho visible para el hombre; con su resurrección, Jesucristo confirma que Él es el Salvador del Mundo y que tiene toda potestad sobre la vida y la muerte, la esperanza de vida eterna; nos demuestra su autoridad y poder para romper los lazos del pecado, nos asegura el perdón y la vida eterna.
Los grandes teólogos y los estudiosos de la historia humana destacan que la figura de Jesús resalta entre todos los líderes de la raza humana. A nadie se le profetizó con 700 años de antelación su nacimiento, vida, obra, muerte y resurrección como fue el caso de Jesús, el mesías salvador. El mismo expresó que era el camino la verdad y la vida, es decir, no existe otra verdad más absoluta, ni en la ciencia ni la tecnología ni en filosofías o dogmas religiosos, sino en su palabra, que es fuente de vida eterna.
Los judíos de aquellos tiempos, sometidos al yugo romano, esperaban un mesías de liberación física, y Jesús no se presentó así. Él se presentó como un libertador y salvador espiritual, ellos no lo entendieron y lo crucificaron. Gracias a Dios que 2,000 años después sí entendimos que él era nuestro Salvador, que vendrá a restaurar todas las cosas. Cuando Él muere en la cruz nadie en ese tiempo se podía imaginar que con ese derramamiento de sangre se estaba destruyendo para siempre el imperio del mal, que Satanás era vencido para siempre, y que el hombre era reconciliado con Dios y sus pecados perdonados para siempre, con la promesa de una vida eterna en un nuevo cielo y una nueva tierra, donde todas las cosas serían hechas nuevas. Esa es la única verdad que prevalece y ese es el evangelio que todo cristiano debe pregonar.
Estamos en los tiempos que hay que tomar en serio a Dios y no estar jugando a religión. Si vas a una iglesia y no das testimonio a nadie, a tu familia, a tus amigos o en tu trabajo de lo que Jesús hizo en la cruz, no eres cristiano, simplemente eres un religioso.
Con todo esto debemos de saber también que la fama, la fortuna, los elogios y el poder del hombre son efímeros; es como la flor del campo, en la mañana florece y en la tarde se marchita. Por eso no te creas mucho del aplauso y la popularidad del hombre, los mismos que te alaban, te aplauden y te adoran el domingo son los mismos que te van a crucificar el viernes.