El buen obrar debería ser por naturaleza o por un fin, pero nunca por acomodación, seguimiento, sumisión u homogenización. Ya lo expresaba el maestro Mijaíl Bakunin: «Vale más un instante de vida verdadera que años vividos en un silencio de muerte». Pues esta sí que es una verdad infalible, vale más vivir auténticamente un instante de existencia que una eternidad en falsedad y sumisión. ¡Ojalá la humanidad lo comprendiera!
Se necesita una verdadera voluntad de poder para construir un sendero que solo tenga espacio para un solo ser, sin intervenciones ni injerencias del exterior. Ahora bien, lo dicho con antelación no es un llamado a la exclusión ni al ostracismo, sino un llamado metafórico para ir hacia adentro y encontrarse con la esencia de uno mismo.
Empero, no puede lograrse el autoconocimiento sin un verdadero y real anhelo de ser libre, auténtico y feliz; podría parecer ilusorio lo que planteo, pero es una verdad alcanzable para quien tenga el valor de ser él mismo. Superarse sin competencia, superarse a uno mismo, eso sí es ser distinto y, por tal, auténtico.
De tal suerte, que no es normal estar en paz o resignado en sociedades tan enfermas y homogenizadas como las actuales, en las cuales ven lo distinto como rebeldía o soberbia y no comprenden que en lo distinto está la contradicción y en esta, a su vez, la evolución. La belleza óntica de las diferencias construye sociedades más nobles, desarrolladas y humanizadas.
Por tanto, la tesis planteada es más que clara, buscar ser sin parecer y ser siendo lo que ya se es, sin buscar ser lo que aparenta lo mejor en ser. Nada más satisfactorio y liberador que ser uno mismo, sin miramientos, sin vacilaciones, con total apertura a ser y dejar ser a los demás. No confundas las reglas de etiqueta social con homogenizarse o volverse uno más.
Qué importancia tiene ser distinto, que no es lo mismo que parecer distinto, no se trata solo de una tendencia de moda, sino de un real compromiso con uno mismo. Esta responsabilidad implica no escuchar a los perros ladrar o como mínimo continuar el camino y dejarlos ladrar. Al final, el que avanza siempre tendrá adversarios y tal como decía el gran José Martí: «Bueno es tener amigos, pero mejor es tener enemigos, pues significa que algo bien se está haciendo».
No temas ser distinto, no temas ser tú mismo, teme ser mediocre e igual a todos, por temor a no ser aceptado o ser marginado. Es decir, el punto clave no es que haya algo de malo en la moda o en las reglas de convivencia social, necesarias serán imagino; el punto real es que temer a ser lo que uno es, por compromiso social de ser lo que los demás quieren, esa sí es una verdadera enfermedad mental, espiritual y social.
Vivir la vida con intensidad, pero con responsabilidad, siendo uno mismo, ese debería ser el gran ideal de cada ser humano y de cada sociedad sana. A fin de cuentas, una sociedad crece y se desarrolla en la medida que cada ciudadano pone a servicio de los demás las virtudes y destrezas que le han sido otorgadas por la existencia.
Norys Uribe Santana lo describía hermosamente: «El equilibrio se logra cuando las cosas las haces en el momento preciso. En ese instante, los excesos no existen, los impulsos del externo desaparecen y por tanto no se actúa con el sentir humano sino con el sentir del espíritu… El equilibrio lo logras siendo tú mismo». ¿Te animas, querido lector? Es tiempo ya, no permitamos la muerte de lo divergente.