«Esperamos encontrar a Flor, saber dónde está, qué ha estado haciendo, tenerla junto a mis hijos, ellos están esperándola, la extrañamos», dijo con tranquilidad Joel Omar Valle Leiva luego de reportar la desaparición de su esposa Flor García en marzo pasado, con estas declaraciones, el reconocido odontólogo en Cojutepeque intentó desviar la atención y no levantar sospechas de que estaba involucrado en ese repugnante hecho.
Durante los 100 días que García estuvo desaparecida Valle no dejó de expresar en redes sociales el «sufrimiento» y «angustia» que sentía. Sin embargo, Valle fue capturado el 25 de junio por las autoridades, lo acusan de ser el autor intelectual de la desaparición y muerte de su esposa, crimen en el que supuestamente le ayudó su primo Francisco Boanerges Valle. La Fiscalía localizó el cuerpo de la víctima en una quebrada usada para botar ripio y tierra del referido municipio el martes pasado.
Hasta antes de la «desaparición», Valle era un reconocido cirujano dental, trabajaba en su propio consultorio en compañía de su esposa Flor como su asistente. Incluso, el 16 de marzo, cuando Valle reportó la desaparición dijo que García había salido temprano a comprar «insumos odontológicos» a San Salvador y ya no regresó. El consultorio donde la pareja trabajaba está ubicado entre la 1a. Calle Oriente y 8a. Avenida Sur del barrio Santa Lucía, a tres cuadras al oriente del centro histórico de Cojutepeque.
Luego de más de tres meses de investigación, las autoridades dicen que hubo conductas en el esposo de García que despertaron las sospechas de los investigadores, las declaraciones de Valle «presentaban inconsistencias e incongruencias», dijo el director de la Policía Nacional Civil, Mauricio Arriaza Chicas.
Este caso ha generado todo tipo de opiniones y mucha consternación entre los pobladores de Cojutepeque, donde la pareja residía. Personas que de alguna manera conocieron a Valle Leiva se han mostrado sorprendidos de todo lo que ha sucedido sobre el proceso judicial que enfrenta tras ser acusado de haber asesinado a su esposa, jamás se imaginaron que el presunto asesino se escondía tras su gabacha de odontólogo.
En el perfil de Valle en Linkedin se detalla que comenzó a trabajar en su clínica desde 2006. Además de su profesión, tiene un diplomado en odontopediatría, en prevención de discapacidades y un curso de formación pedagógica para profesionales.
Además, la pareja publicaba constantemente en redes sociales fotografías donde aparecían juntos compartiendo viajes en el extranjero en las que denotaban felicidad y tranquilidad, un matrimonio unido.
Conocidos, sobre todo de Joel, explicaron que siempre vieron en él [en su apariencia y comportamiento] a una persona muy tranquila. Nunca se imaginaron todos los señalamientos que enfrentaría por parte de las autoridades por la muerte de Flor.
«Era bien portado, nunca lo vi en problemas; recuerdo que me quitó una muela hace como un año», recordó un conocido de él.
Según el criminólogo, Ricardo Sosa, hombres como el esposo de Flor son de las «personas que aparentan ser buenas personas, buenos vecinos, personas normales con aparente éxito y solvencia, pero con graves problemas de conducta. Saben disfrazarse y ocultarse en la sociedad porque tienen problemas y trastornos de personalidad y con carreras criminales ya iniciadas no detectadas hasta que cometen errores».
En redes sociales se evidencia «el buen servicio» que Valle ofrecía. «Excelente doctor», «la calidad de su trabajo es satisfactorio», «Muy amable y muy accesible» son algunos comentarios posteados por clientes del odontólogo, quien ahora guarda prisión en Zacatraz por feminicidio.
Otro ciudadano solo se limitó a comentar: «él tenía problemas [no se detallaron] parece que vivía con un tipo, uno siente las cosas si una persona es gay, pero esto no se comenta con nadie», fue la opinión de un ciudadano.
Comerciantes que recién han llegado a Cojutepeque a instalar sus negocios dijeron que nunca se imaginaron que compartirían un sector del municipio donde los esposos Valle trabajaban.
«Ha sido una sorpresa, nunca nos imaginamos todo lo que estaba ocurriendo», se limitó a comentar una ciudadana.
Joel denigraba a su esposa
Según han explicado familiares de Flor, la joven se mudó desde Sonsonate hacia Cojutepeque desde hace más de seis años cuando se fue a vivir con Valle, aproximadamente hace un año y medio se casaron. Tiene dos hijos, uno de 5 y otro de 3 años.
El 28 de junio pasado, cuando la Fiscalía presentó la acusación contra Valle, aseguró que García sufría violencia física, psicológica y económica por parte de su esposo. El ministerio público informó que los ciclos de violencia contra la víctima comenzaron desde el inicio de la relación y perduraron a lo largo del tiempo.
Al saberse en toda la localidad de los recientes hechos referentes al homicidio de Flor algunos lugareños se mostraron sorprendidos.
«Es una reacción negativa por el hecho de que la trataba bien [en apariencia], pero en verdad la trataba mal. Nunca nos dimos cuenta de nada», expuso un ciudadano.
La pareja de Flor era integrante de una iglesia bautista y según contaron los familiares de García ambos asistían a retiros de parejas.
Uno de los hermanos de García dijo que tenían la presunción de que Valle estaba involucrado porque se involucró poco en su búsqueda y se negaba a dar declaraciones a la prensa.
El criminólogo Ricardo Sosa dice que las conductas «machista y patriarcal lo llevaron a ejercer diferentes prácticas de poder, dominio y control sobre su esposa y ejercer violencia contra ella, psicológica, verbal, económica y física, llegando hasta el grado de violencia extrema como lo es el feminicidio agravado. Su falta de dominio propio, el no poder resolver problemas y conflictos, la falta de manejo del enojo y frustraciones lo llevan a manifestar el odio hacia la mujer y tener esa conducta de desprecio máximo que fue expresado hasta en el lugar donde la fue a arrojar, un barranco de basura y ripio».