RETRATO EUROPEO CON UCRANIA AL FONDO
Hasta hace poco se decía que la lucha contra la operación especial rusa se libraba en un contexto de defensa de la soberanía, independencia y democracia de Ucrania. Lo que se puede leer, a largo y mediato plazo entre bastidores de la geopolítica planetaria, es el inicio de la confrontación de Occidente contra China, pues debilitando y, si es posible, desintegrando a Rusia, estarían frenando a un aliado de China en una hipotética guerra entre China y Estados Unidos de América (EE. UU.). Otra lectura es la de haber resucitado a una Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que estaba en cuidados intensivos, a través de la guerra de sus 31 miembros contra Rusia, fortaleciendo el liderazgo de EE. UU.
Ucrania es el portaaviones de la OTAN que envía a la picadora de carne humana rusa hasta al último ucraniano, sin posibilidades de victoria, porque Rusia aún no ha mostrado las garras, sus misiles hipersónicos armados con bombas atómicas, ni ha llamado a la movilización general a sus dos millones de reservas militares. Incluyendo ese juego de espejos que constituyó la llamada «rebelión Wagner», que permitió el traslado de 5,000 mercenarios del Grupo Wagner, cuerpo de élite ruso también apoyado por sus servicios especiales, a pocos kilómetros de la frontera con Polonia y Lituania, en Bielorrusia, país al cual Rusia ha dotado de armamento nuclear. Pareciera ser que el verdadero objetivo es dar seguridad al armamento atómico enviado a Bielorrusia con soldados de élite leales al Kremlin. Aspectos de la geopolítica mundial, como un futuro conflicto en el Sahel, África Occidental, el auge del BRICS y la desdolarización a escala mundial, están relegando la atención sobre Ucrania.
EL CORREDOR DEL GOLFO DE GUINEA AL NORTE DE ÁFRICA, LA GUERRA QUE VIENE
El Sahel, franja territorial que va desde Guinea Conakry hasta el norte de África, pasando por Mali, Burkina Faso, Níger y Chad, ha caído bajo la esfera de influencia rusa, en detrimento de la presencia neocolonial francesa.
El golpe de Estado militar del 26 de julio en Níger contra el presidente Mohamed Bazoum ha significado el fin del saqueo secular que Francia hacía de materias primas como el uranio, del cual exporta un 34.7 % de Níger, y que alimenta sus centrales nucleares productoras del 80 % de su electricidad. Los golpistas de Níger han recibido apoyo de las juntas militares de Mali, Burkina Faso y Guinea. Chad se ha ofrecido como mediador frente a la inminente invasión militar de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), apoyada por Francia y EE. UU., compuesta por tropas de Benín, Senegal, Costa de Marfil y Nigeria.
En estos países, así como en Libia y en la República Centroafricana, desde hace años vienen operando en apoyo a dichos regímenes los mercenarios del Grupo Wagner, que constituyen una presencia «de facto» de Rusia en la región y que tienen un peso específico en la política, la economía y las fuerzas armadas regionales. Rusia tiene alianzas de años con los regímenes de Mali, Burkina Faso y actualmente con los militares de Níger. Su objetivo es convertirse en la potencia más influyente en esa estratégica e inestable región, donde abundan guerras tribales, ejércitos islamistas, golpes de Estado alimentados por el narcotráfico, la trata ilegal o el secuestro de personas.
El Grupo Wagner es la punta de lanza de la presencia armada rusa en la región. Con intervenciones previas en conflictos como los de Ucrania, Siria, Libia y República Centroafricana, ese grupo de mercenarios tiene fuertes vínculos con el Kremlin y está sustituyendo a las tropas de París que permanecían destacadas desde hace una decena de años en Mali, con el objetivo de garantizar la unidad de la excolonia francesa. País donde, al igual que en Burkina Faso y en Níger, se han producido manifestaciones en favor de Rusia por el conflicto en Ucrania.
En resumen, la guerra que viene en el Sahel es también la expresión del conflicto entre Rusia y Occidente
BRICS, UN NUEVO ORDEN MUNDIAL Y LA DESDOLARIZACIÓN
Desde su nacimiento, el grupo de países que conforman el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se ha caracterizado por marcar una distancia con la Unión Europea (UE) y EE. UU. En términos humanos se trata de países con más de la mitad de la población mundial. Tienen una potencia económica, China, y otra potencia atómica, Rusia, que juntas constituyen una alternativa al modelo unipolar de dominación mundial de EE. UU.
Por ello, el conflicto ucraniano implica referirse a todo un proceso global que se ha venido gestando en las últimas dos décadas: un mundo multipolar, donde China, Rusia y EUA se convierten en «primus inter pares».
Este nuevo orden mundial lleva aparejada la desaparición de la hegemonía estadounidense y de sus aliados, el G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido) y la UE, desplazados por las economías emergentes de India, Brasil y Sudáfrica. El BRICS lidera los esfuerzos para transitar hacia un nuevo modelo económico, donde se experimenta un proceso de desdolarización, como lo confirma el intercambio comercial en rublos, yuanes o riales iraníes.
Latinoamérica también está desmarcándose de la hegemonía estadounidense, así lo indican los esfuerzos por fortalecer la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y las políticas implementadas por los gobiernos progresistas de México, Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Colombia, Honduras, secundados por las «dictaduras rojas» de Cuba, Nicaragua, Venezuela que, justamente, constituyen un contrapeso de gran calado a la tradicional dominación de EE. UU. sobre una región que siempre consideraron, por razones de seguridad nacional, su patio trasero.