La práctica de sobornar a diputados para determinar su forma de votar y los temas que bloquean en las comisiones o que incluso no dejan que ingresen a las agendas de las sesiones plenarias es una creación de ARENA.
El manual de la corrupción de ARENA incluía romper y dividir a la oposición a base de sobornos y prebendas. Lo hizo desde el primer momento que hubo una fuerza política diferente en la Asamblea Legislativa, en 1994. En ese momento no se había forjado formalmente la alianza que, con el tiempo, borraría cualquier diferencia entre ambas agrupaciones políticas.
Lo cierto es que ARENA rompió al FMLN y a otros partidos políticos con el único fin de consolidar su mayoría y evitar que la oposición tuviera oportunidad de aprobar leyes contrarias a su agenda. En 1994, de hecho, además del FMLN, ARENA rompió al PDC al quitarle primero a un diputado recién electo, que se convirtió en tránsfuga, y luego rompió lo que quedaba de la bancada para crear otro partido que, posterior y convenientemente, se partió para darle tres votos «independientes» al gobierno arenero. Y así, con dinero sucio transportado en maletines negros, compraba gobernabilidad e imponía su agenda.
En 2020, por primera vez en la historia, los grupos de poder fáctico que controlaban a ARENA primero y al FMLN después (que también apoyó las divisiones de sus adversarios para beneficio propio) no tuvieron incidencia en la Asamblea Legislativa.
Nuevas Ideas surgió como una fuerza política diferente y arrasó en las legislativas al recibir el respaldo popular para consolidar una bancada capaz, por sí misma, de tener la mayoría calificada. Esa fue la decisión del pueblo salvadoreño, tomada en democracia.
Intentar romper esa bancada para artificialmente crear otro grupo parlamentario de oposición configura un fraude a la decisión popular y un delito. Los tránsfugas, por decencia, deberían abandonar su curul, porque quienes votaron por ellos lo hicieron por el partido que los postuló.
Para que alguien realmente pueda presumir que ganó sin un partido tuvo que, precisamente, postularse como candidato no partidario. Pero todos aquellos que se inscribieron en una planilla y compitieron bajo una bandera resultaron electos gracias a un partido.
Los mismos de siempre mantienen vivo su manual de corrupción y, para ello, utilizan mecanismos como sobornos y prebendas para romper la voluntad popular.
Nadie que ofrezca a diputados «proyectos para sus departamentos» o salvarlos de una lista de persecución creada en Estados Unidos para presionar a otros países o comprarlos con dinero está fomentando la democracia; al contrario, atenta contra ella al cometer estos delitos, y de ningún modo es amigo de El Salvador.