El primer periódico en nuestro país salió el 31 de julio de 1824, bajo el nombre de «Semanario Político Mercantil de San Salvador», apoyado por pueblos y villas localizados en la capital que colaboraron para comprar una imprenta de tipos móviles de mano y metal. Fue dirigido por el presbítero, político, diputado federal y nacional Miguel José de Castro.
Esta acción permitió la práctica del derecho a la libertad de expresión establecido en la Constitución actual de El Salvador, en el artículo 6, inciso primero: «Toda persona puede expresar y difundir libremente sus pensamientos siempre que no subvierta el orden público, ni lesione la moral, el honor ni la vida privada de los demás. El ejercicio de este derecho no estará sujeto a previo examen, censura, ni caución; pero los que haciendo uso de él, infrinjan las leyes, responderán por el delito que cometan».
A casi 200 años de gozar de la prensa escrita en El Salvador, hemos visto varios esfuerzos, sin embargo, ha existido la monopolización que imposibilita el crecimiento y la aceptación de otros periódicos. La era digital ha permitido que se divulgue en plataformas virtuales o electrónicas, lo que reduce el alcance a escala nacional para llegar a públicos específicos y negar el acceso a aquellas personas que no poseen internet. Al mismo tiempo se ha deteriorado, ya que existen infinidades de «fake news» (noticias engañosas), las cuales transgreden el derecho de autor y los derechos del periódico que patrocina la investigación.
La prensa escrita tradicional se ha vuelto poco respetada, ya que publica verdades a medias para conveniencia de los intereses que representa como, por ejemplo, las agendas de poderes fácticos; entre ellos, algunos grupos que se benefician de la corrupción y la manipulación política, social y económica del país, donde se generan casos de calumnias, difamaciones y hasta injurias contra personajes de la vida política y pública en funciones del Estado, que carecen de imparcialidad, uno de los principios básicos para un periodismo investigativo y profesional.
Esto genera un caos en la percepción de la realidad, pues se convierte en un medio de control social basado en algo que al final no se logra probar en las instituciones; más bien son cortinas de humo para que la población ponga atención en el tema que los medios tradicionales publican, y así ocultar otros más importantes de interés nacional. Por ello, es necesario que existan medios informativos objetivos, independientes e imparciales para erradicar la manipulación de la realidad. «Nuestro pueblo tiene derecho a saber la verdad»
Los tejidos bucales de un paciente fumador
Cuando un paciente llega a la clínica y comenta que es fumador, siempre se le pregunta: ¿Ha visto usted la...