La colonia y la Independencia (1521-1821)
Luego de 300 años de imperio, 1521-1821, en el que los conquistadores españoles impusieron a sangre y fuego su idioma, religión, costumbres y sistema político, los criollos, españoles nacidos en El Salvador, fueron los principales impulsores de la independencia de las Provincias Unidas de Centroamérica. La intendencia de San Salvador era una de las principales productoras del añil o xiquilite, colorante natural, primer producto de exportación al mercado internacional.
Había un conflicto entre añileros salvadoreños y la Capitanía General de Guatemala por el excesivo pago de impuestos a los que se veían obligados. Del seno de muchas de esas familias oligarcas añileras surgieron próceres de la independencia, como Manuel José Arce, los Matías Delgado, los hermanos Aguilar, José Simeón Cañas, el Libertador de los Esclavos, en 1823. Cañas, adelantándose cuatro décadas a la liberación de los esclavos de Estados Unidos, propuso una medida pragmática. Los esclavos eran una carga económica para las haciendas; resultaba más rentable liberar a sus amos de su peso económico y convertirlos en mano de obra barata mediante el colonato en sus haciendas.
La independencia no fue un cambio de sistema, solo de algunas reformas cosméticas, pues tanto criollos como mestizos de San Salvador vivían bajo dos dictaduras: la del sistema colonial y la de los criollos guatemaltecos. Los representantes de la oligarquía reunidos en Guatemala el 15 de septiembre de 1821, en vista del clamor del pueblo en calles, plazas, patios, corredores y antesala del Palacio de Gobierno, presas del pánico, consignaron en el primer considerando del acta: «Que siendo la independencia del Gobierno español la voluntad general del pueblo… y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el congreso que debe formarse, el señor jefe político la mande a publicar para prevenir las consecuencias que serían terribles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo».
La misma oligarquía criolla siguió gobernando, declarando la independencia por miedo a que el mismo pueblo la efectuara.
Período federal republicano (1821-1921)
Hasta 1921 se sucedió una serie de intentos de reunificar Centroamérica, el último mediante la República Tripartita de 1921-1922 entre Honduras, Guatemala y El Salvador. El siglo XIX fue un siglo de guerras civiles entre las élites liberales y conservadoras por el poder en El Salvador, resaltando de entre ellas la insurrección de los indios nonualcos, liderados por Anastasio Aquino, que fueron derrotados y masacrados por el ejército oligárquico en 1833, y las medidas liberales de Gerardo Barrios sobre la separación entre iglesia y Estado, la cual se inició a través de la firma de un concordato con la Santa Sede en 1862.
Barrios fue el impulsor del cultivo del café en el país, a raíz de la crisis mundial del añil debido a que el primer colorante sintético fue desarrollado en 1856 en Inglaterra por W. H. Perkin. Dicho monocultivo fue impuesto a costa de la extinción de las tierras ejidales y comunales y su venta a precios irrisorios a las familias oligárquicas cafetaleras, lo cual se oficializó en 1881 con la Reforma Liberal del presidente Rafael Zaldívar, una reforma agraria al revés, robo de tierras a los pobres para entregárselas a la oligarquía.
Una historia de dictaduras y corruptelas entre 1932 y 2021
Este fue, entre otros, el detonante de la insurrección campesino-indígena de la región de los izalcos en enero de 1932, un siglo después de la insurrección indígena de los nonualcos, y que culminó con la masacre de 30,000 campesinos por parte del Ejército oligárquico comandado por el fundador de 57 años de dictaduras militares, general Maximiliano Hernández Martínez. A dicho régimen le sucedió una serie de tiranías militares, marionetas de la oligarquía, como Salvador Castaneda Castro, Óscar Osorio, José María Lemus, Julio Adalberto Rivera, Fidel Sánchez Hernández, Arturo Armando Molina, hasta el derrocamiento en octubre de 1979 del general Carlos Humberto Romero y la instauración de juntas cívico-militares entre 1979 y 1984 y la presidencia de Napoleón Duarte de 1984 a 1989.
El conflicto fraticida entre 1980 y 1992 dio paso, mediante Acuerdos de Paz, a los gobiernos de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), ambos antipopulares, pues el FMLN fue cooptado por la oligarquía salvadoreña y sirvió de freno a las justas aspiraciones de la población, en componendas de corrupción mediante las cuales los gobiernos neoliberales de ARENA privatizaron banca, telecomunicaciones y robaron a sus anchas las arcas estatales, y los gobiernos corruptos del FMLN saquearon la hacienda pública con cientos de millones de dólares, hechos criminales por los cuales están aún en proceso de investigación los expresidentes Alfredo Cristiani, Elías Antonio Saca, Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén. El finado presidente Francisco Flores fue acusado de malversar más de $10 millones de donación de Taiwán a las víctimas de los terremotos de 2001.
La dictadura militar y las juntas cívico-militares peleles que administraron hasta 1989 el país-finca de la oligarquía fueron cambiadas por la dictadura de las pandillas, mediante la traición a la ciudadanía salvadoreña de la cúpula corrupta del FMLN, negociaciones y treguas fraudulentas con la Mara Salvatrucha y el Barrio 18.
Fin de la dominación oligárquica
Es histórico el cambio del viejo régimen feudal oligárquico salvadoreño a partir de la llegada del presidente Nayib Bukele, que se desmarca de las viejas ataduras coloniales, feudales e imperialistas que durante 200 años de dominación político-económica ejerció una casta plutocrática y sus títeres. Este cambio se fortaleció gracias a la Asamblea Legislativa que tomó posesión el 1.º de mayo de 2021, otorgándole mayoría absoluta al Ejecutivo.
Por primera vez en su historia, El Salvador exige a Estados Unidos respeto a sus decisiones soberanas, como profundizar relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con la República Popular China o la abstención de condenar a Rusia en el caso del conflicto ruso-ucraniano, durante las sesiones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA). A raíz de las transformaciones en esta nueva era, El Salvador ha vivido situaciones históricas únicas, como el fin de la tiranía de las maras y la creación de un ambiente de seguridad que es eje transversal para fomentar el comercio, la pujanza empresarial e industrial, el turismo, nuevo despertar cultural y un clima de paz, armonía y tranquilidad.
Este cambio de placas tectónicas del poder plutocrático ve removidos sus cimientos porque las nuevas ideas traen consigo una transformación radical del país-finca de la rancia oligarquía que fue El Salvador durante 200 años.