José Romero se despierta cada día a las 3 de la mañana para ir a trabajar en la corta de caña de azúcar, una labor que desde pequeño le enseñó su familia.
Para el salvadoreño, de 29 años, la corta de caña es un trabajo que le genera ingresos sostenibles en comparación con otros rubros, ya que todo el año tiene empleo por el mantenimiento y la corta de cañales.
Romero es uno de los 250,000 trabajadores —con empleos directos e indirectos— que participaron en la zafra 2020–2021, que fueron esenciales para producir 784,031.07 toneladas métricas de azúcar en dicho período, de las que 64.7 % corresponde a la azúcar cruda. Esa mano de obra permitirá que en la zafra 2021-2022 se produzcan 799,827 toneladas del edulcorante.
Pese a que es la tercera zafra que se produce durante la pandemia, el sector azucarero ha logrado cumplir las metas y los compromisos de exportación, así como el abastecimiento del mercado nacional.
Según datos del Banco Central de Reserva (BCR), en los últimos cinco años el país exportó $979.2 millones de azúcar en el mundo. En ese período, los años en los que más se comercializó el edulcorante en el mundo fueron 2020 ($215.6 millones) y 2021 ($201.8 millones).
Solo en el país el sector vendió 280,000 toneladas métricas, de las que el 48 % de la producción se destinó al consumo en los hogares y el 52 % fue para la industria nacional que produce alimentos y bebidas con azúcar.
Julio Castro, director ejecutivo del Consejo Salvadoreño de la Agroindustria Azucarera (Consaa), explicó que los mayores compradores de azúcar del país fueron Taiwán, China, Estados Unidos, Canadá, Corea, Italia, España, el Reino Unido, Haití, Grecia, Irlanda, Bélgica, Noruega, Puerto Rico, México, entre otros.
De acuerdo con Castro, la industria se encuentra en la constante búsqueda de nuevos mercados que beneficien al sector y a la economía nacional.
La última plaza comercial en la que el país logró exportar, aprovechando las preferencias arancelarias, fue el Reino Unido, debido a un tratado de libre comercio que entró en vigor el 1.º de enero del año pasado.
La entidad agregó que el sector se mantiene atento a las oportunidades comerciales que se presenten en nuevos mercados. En los últimos dos años, por ejemplo, Asia se convirtió en un destino importante.
«[El interés en ese mercado se debe] a que los productores de azúcar de dicha región han tenido una sensible baja en sus producciones; sin embargo, son países o mercados a los que ya hemos exportado», sumó Castro.
Aunque la COVID-19 amargó a algunas de las economías y el precio de algunos productos cayó, el costo internacional del azúcar, desde junio del año pasado, se mantuvo al alza. Según datos del Consaa, en julio del año pasado el precio del quintal fue de $17.75 y en noviembre fue de $20.24.
«Algunos de los factores que influyen en dicha volatilidad son el impacto de la pandemia, la recuperación económica a escala mundial, la variación de los precios del petróleo, la producción al alza o baja de los grandes productores de azúcar a escala mundial, como Brasil, India, entre otros», explicó Castro.
RETOS DEL SECTOR
Por su parte, Julio Arroyo, director ejecutivo de la Asociación Azucarera de El Salvador (AAES), dijo que, en los últimos dos años, el sector les hizo frente a los retos provocados por la pandemia y adoptó medidas como la prevención, los hábitos de higiene, el control y manejo de casos, las campañas de promoción de vacunación entre los trabajadores y sus familiares, entre otras.
La agroindustria aporta alrededor del 3 % del producto interno bruto mundial, es decir, más de $250 millones anuales en exportaciones