La primera semana de enero de 2025 ha sido de balances, informes, datos, estadísticas e indicadores sobre la seguridad en el país durante 2024, pero hay una realidad que es merecedora del titular que antecede: mi amado país, El Salvador, finalizó 2024 como el país con la menor tasa de violencia homicida del continente americano con 1.9 homicidios intencionales por cada 100,000 habitantes. La bandera de El Salvador se ubica en lo más alto del continente como el país donde se registra el menor número de homicidios por cada 100,000 habitantes; no es un dato menor, es digno de reconocimiento nacional e internacional.
La tasa de 1.9 no hay manera de que sea modificada, es evidencia del trabajo y esfuerzo de todo el talento humano que trabaja en las instituciones del denominado Gabinete de Seguridad Ampliado para garantizar la seguridad de las familias salvadoreñas.
Del total de los homicidios intencionales determinados para 2024, el 30 % fue acreditado a intolerancia social y el 40 % a intolerancia familiar, para representar el 70 % del total de los casos, situación que nos debe hacer reflexionar como sociedad, ya que este porcentaje es alto. Quiere decir que, si no se registraran homicidios por delincuencia general o criminalidad, siempre mantendríamos una tasa de homicidios entre 1.2 y 1.4 por cada 100,000 habitantes.
En estas dos categorías se encuentran aquellos factores de riesgo y criminógenos que he abordado en muchas columnas, como el machismo, el alcoholismo, las drogas y estupefacientes, cultura patriarcal, conductas de imitación, la ausencia de un papá y mamá significativos en la vida de niños y adolescentes, una condición que, en mi opinión, es antropológica en nuestra sociedad, y es que todo lo que queremos resolver por medio de expresiones de violencia a diferente nivel.
Disminuir los niveles de homicidios intencionales y su respectiva tasa anual requiere un compromiso de cada ciudadano y de cada familia en nuestro país, ya que estos casos de homicidios ocurren dentro de la familia o su entorno, y en lo comunitario, de igual forma, requiere de una cultura de paz, sana convivencia y educación en manejo del enojo, ira, estrés, de frustraciones y de otros sentimientos que somos capaces, con ayuda, de deconstruirlos.
Que 2025 sea un año en el que podamos poner en práctica la regla de oro que se encuentra en la Biblia, la palabra de Dios: así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes, y que se complementa con: amarás a tu prójimo como a ti mismo. Si cumplimos y ponemos por obra estas normas de conducta y de amor que el Señor Jesús predicó en el conocido Sermón del Monte, no tengo ninguna duda de que podemos disminuir la cantidad de homicidios en este y en los próximos años. No es fácil, pero es posible.
El Salvador cierra 2024 con la menor tasa de violencia homicida en 203 años de república. Gracias y gloria a Dios.