Una de las hipótesis que deben someterse a comprobación científica es que la estructura social excluyente que ha existido en los últimos 30 años en El Salvador es una de las causas de que el país continúe siendo pobre, subdesarrollado y estancado.
La exclusión social es la falta de participación de segmentos de la población en la vida económica, social, política y cultural de un país, debido a la carencia de derechos, recursos y capacidades básicas (acceso a la propiedad privada y la riqueza, legalidad, mercado laboral, educación, tecnologías de la información, sistemas de salud y protección social).
Una herencia del período colonial fue que nuestra estructura social fuera excluyente desde el punto de vista de la propiedad de la tierra; los grandes terratenientes eran el grupo dominante (principalmente la Iglesia católica) y el resto de la sociedad era dominada desde el punto de vista económico, social, político y cultural. Durante cuatro décadas esa herencia condicionó la vida y la participación en la nueva sociedad después de la independencia de España. En la década de los sesenta del siglo XIX, la revolución liberal superó casi la totalidad de esa herencia colonial y creó las bases para el nacimiento, el desarrollo y la dominación de una nueva clase social: la oligarquía cafetalera, su dominación y la explotación de los campesinos pobres, que hizo progresar al país en función directa de los precios del café en el mercado internacional. Durante la dictadura del general Maximiliano Hernández Martínez, los militares arrebataron el aparato del Estado a la oligarquía cafetalera.
En la década de los cincuenta y sesenta del siglo pasado, los gobiernos militares apoyaron el desarrollo de capitalistas industriales, comerciales y de servicios, y crearon las condiciones para el desarrollo de una nueva clase social oligárquica, la cual ha venido dominando y explotando el país en los últimos 30 años. Esta oligarquía moderna ha contado con el apoyo del Gobierno de EE. UU. desde mediados de la década de los ochenta en forma de financiamiento para el funcionamiento de la Fundación para el Desarrollo Económico y Social (Fusades), la cual ha sido el «tanque de pensamiento» de esta oligarquía, que ha utilizado el enfoque económico neoliberal. El instrumento político de esta oligarquía ha sido el partido ARENA, con la colaboración de otros partidos de derecha, que hicieron que la economía y la sociedad salvadoreña se pusiera a su servicio durante los cuatro gobiernos de ese partido. Durante los dos gobiernos presididos por el partido FMLN, esa oligarquía mantuvo su poder en la Asamblea Legislativa, Corte Suprema de Justicia, el sistema financiero y los principales medios de comunicación de masas; el partido gobernante impulsó una política populista y favoreció ciertos intereses de las clases sociales dominadas, sin intentar quitar el poder a esa oligarquía.
Durante los últimos 33 años, la oligarquía moderna se aprovechó del poder político, económico y social para continuar enriqueciéndose, mientras que la economía salvadoreña entró en una etapa de estancamiento con tasas de crecimiento menores al 3 %; no obstante, las remesas familiares de los salvadoreños en el exterior crecían rápidamente. Este estancamiento económico es el resultado de las inversiones de las ganancias obtenidas por esa oligarquía en el país que se hicieron principalmente en otros países de América Latina, con la apertura de la economía disminuyeron unilateralmente los impuestos a la importación para favorecer sus intereses en el sector comercial, la dolarización de la economía salvadoreña para favorecer al sector financiero, así como el estancamiento de la productividad en todos los sectores económicos por la falta de mejoras tecnológicas sustantivas.
Es evidente que existieron otros factores desfavorables al crecimiento del valor de la producción nacional, tales como la disminución de la producción y precios del café, el aumento de la competencia de China en el mercado de EE. UU. en el ramo de los textiles producidos en nuestro país, el cambio climático y la corrupción.