Insertar a El Salvador en la etapa de la globalización, de la nanotecnología y, más aún, como un efecto pospandemia de la educación, tomando como herramienta la virtualización de la enseñanza, supone ante todo desarrollar nuevos procesos de adaptabilidad para lograr las competencias pedagógicas que les permitan a nuestros estudiantes ser altamente competitivos y así, en un futuro cercano, insertarse a la vida productiva con altos estándares de calidad y efectividad en el campo nacional e internacional, lo cual debería ser inherente a su profesionalización y debería ser el sistema educativo el proveedor de toda esa gama de herramientas cognitivas. Como ya se dijo antes, ser altamente efectivos al formar parte de la población económicamente activa.
Hace unos días, asistí como oyente a una de las sesiones de la comisión de cultura y educación de la Asamblea Legislativa y justamente escuché cualquier tipo de discursos sobre lo que debería ser una de las áreas que deben mejorar en el sistema educativo salvadoreño, y es lo relacionado con la enseñanza del inglés de manera «obligatoria» en todos los niveles, desde parvularia hasta bachillerato.
Esa aseveración me deja claro que los «honorables diputados de los partidos ARENA, FMLN, PDC y PCN» realmente desconocen de qué están hablando. Para empezar, no se puede legislar sobre un tema de país sin conocer sus limitaciones o alcances, para lo cual me permito desde esta plataforma a hacer algunas consideraciones al respecto: primero, debo mencionar que fue el partido ARENA el que, cuando gobernó, impulsó el llamado Plan 2021 como su oferta pedagógica, y entre otras cosas mencionaron que en 2021 el país debería ser bilingüe, pero no se concretó, pues nunca hicieron nada para lograr ese cometido, el cual sonaba ambicioso, pero no se tuvo ni la capacidad ni la voluntad de hacerlo. Se redujo a una simple oferta electorera. Segundo, con la llegada del FMLN al poder en 2009, dejan a un lado el Plan 2021 y ofrecen su oferta pedagógica, llamada Plan Social Educativo Vamos a la Escuela, que no contenía elemento alguno sobre la enseñanza del inglés como lo están ofreciendo hoy en día. Este plan se redujo únicamente a repartir calzado, uniformes y útiles escolares. No mencionaré el llamado Vaso de Leche, pues este, desde los años sesenta, formó parte de los programas de alimentación escolar impulsados desde Estados Unidos por medio de la AID; tercero, habrá que verificar si la ley de presupuesto general de la nación para 2021 contempla asignaciones para la enseñanza del inglés en todos los niveles, lo cual, al certificar la información, no existe tal asignación; cuarto, para implementar la enseñanza del inglés se deben evaluar las competencias pedagógicas que el estudiante tiene, es decir, el nivel de conocimientos que maneja del inglés como un segundo idioma, y se debe verificar la cantidad de docentes certificados para la enseñanza de tal asignatura; para ello, deben cumplir el requisito de aprobación de la prueba TOEFL; y, por último, la gran pregunta, si se cuenta con cinco horas de clase por jornada y de estas ya se cuenta con una organización curricular, habrá que preguntarse lo siguiente: si se mantienen los mismos horarios, ¿qué asignatura será sacrificada para impartir inglés? ¿Habrá horarios extendidos? ¿Se hará desde la casa por medio de la radio y la televisión o mediante otras herramientas tecnológicas?
Pareciera que expreso en estas líneas una posición antagónica, pero no es así. En lo particular, soy de los que creen que se debería dar ese paso de calidad y perfeccionamiento de nuestro sistema educativo, pero a mí me enseñaron que hay que pensar mal para equivocarse menos, y surgen estas interrogantes: ¿por qué de manera atropellada piensan vía decreto impulsar algo que es una atribución directa del Ejecutivo como parte de sus políticas educativas? ¿Por qué ARENA y el FMLN, durante los 30 años que gobernaron, no fueron capaces de dar ese salto? Eso nos habría puesto en el concierto mundial de los países con un sistema educativo altamente calificado, pues el inglés —está comprobado— abre muchísimas puertas; no será que las oscuras intenciones es como todo su accionar, buscar la confrontación con el Ejecutivo y seguir los mismos pasos de que el presidente pudiese vetar u observar dicha iniciativa por inconveniente, no porque no sea necesaria, y luego llevarlo nuevamente a la Asamblea a superar el veto o las observaciones, y si el presidente se niega por las mismas justificaciones, mandarlo a publicar y finalmente obligarlo vía Sala de lo Constitucional a que lo implemente.
En conclusión, la enseñanza del inglés es por ahora una deuda pendiente con el sistema educativo, pero no creo que la Asamblea Legislativa sea la que técnicamente conozca su aplicabilidad o inaplicabilidad, pues desconoce cuando dice y expresa sobre impartir inglés en todos los niveles, como si no supiese que en tercer ciclo y bachillerato desde siempre se imparte; más bien creo que se debería impulsar desde los niveles de parvularia, primer y segundo ciclo e iniciar en 2022, mientras se lleve a cabo el estudio o diagnóstico a escala nacional, pero no de la manera en que estos diputados por ahora pretenden impulsarlo.
Continuaré dando seguimiento a este tema y tendrán mis valoraciones siempre y cuando sea necesario hacerlas.