El derecho humano principal es el respeto a la vida, todos los demás, sin este, carecen de lógica. En los últimos cuatro años a través del Plan Control Territorial y el régimen de excepción se han salvado miles de vidas de salvadoreños honestos y trabajadores. Esta es la mayor prueba de la aseveración anterior.
El segundo derecho es a la libertad, hoy somos libres y podemos ir a cualquier zona de nuestro país en paz, antes éramos esclavos y torturados por los grupos terroristas. Somos libres de decir y expresar lo que creemos y tenemos mejor opción en educación y salud, así como mejores oportunidades de trabajo, somos un país democrático y con mejor seguridad social. Hasta ahora solo este Gobierno se ha preocupado por la dignidad de las personas, por eso la mayoría de la población honrada apoya todas las acciones que el presidente Bukele con su Gabinete llevan a cabo, respaldado por la Asamblea legislativa como garante de la preciada gobernabilidad. Abona a lo anterior, la nueva conciencia que está tomando el poder judicial.
El crimen de lesa humanidad que cometió por décadas la nefasta alianza ARENA-FMLN-pandillas, que tenían sometido a todo un pueblo, no nos permitió lograr vivir en paz y libertad ni mucho menos buscar nuestro desarrollo. ¿Dónde estaban los disque defensores de los derechos humanos cuando esa trilogía de muerte nos tenía sometidos?, cuando negociaron entre ellos ese derecho fundamental que es la vida, lo más preciado, cuando por ganar votos les entregaban dinero, entrenamiento y la posibilidad de escoger al ministro de Seguridad. Todos los involucrados tienen que pagar por esos delitos de lesa humanidad, pues perdieron la vida más de 120,000 ciudadanos honrados. La justicia muchas veces tarda, pero llega, y ese es el caso nuestro. El pueblo en su mayoría se está encargando de hacerlos desaparecer como entes de muerte.
El despegue hacia una realidad de paz y libertad comenzó hace cuatro años y seguirá por orden de la mayoría honrada sin intervención de argollas y oligarquías ni potencias extranjeras que se lucraron de esa cultura de muerte. Ese porcentaje mínimo que desfalcó a toda una nación es el que defienden lo indefendible, la historia se está encargando de desvelar todas las atrocidades que cometieron y esto está propiciando un efecto dominó en Latinoamérica, que más temprano que tarde emulará el camino que como nación hemos emprendido de la mano de un liderazgo de talla mundial.
Es un proceso histórico que ha desechado las caducas separaciones de izquierda y derecha, acá se trata de los que tenemos la verdad y la razón en pro de un pueblo, contra el pequeño grupo que nos robó, que nos subyugó y que se enriqueció a costa del trabajo de la mayoría.
Ese grupúsculo ignorante y malintencionado ha pasado en estos últimos meses en un constante pleito interno y no se da cuenta de que haga lo que haga el pueblo ya decidió, que el camino que emprendimos no tiene vuelta al pasado. Con el tiempo irán surgiendo en la oposición nuevos liderazgos y grupos que comprendan la nueva realidad; los actuales, con cada acción que hacen le ponen un clavo a su ataúd.