En los años setenta y ochenta se conocía a El Salvador como el país de la sonrisa por la hospitalidad y la amabilidad de su gente, pero esa sonrisa fue opacada por una absurda guerra civil, que trajo mucho luto a la población; y luego, con el auge de las pandillas que se salieron del control de los gobiernos de turno, El Salvador se convirtió en uno de los países más violentos del mundo.
No fue hasta la llegada del presidente Bukele al poder que, en medio de una pandemia, una economía quebrada y grupos de pandillas bien posicionados en los territorios, comienza —junto con su equipo de trabajo— a implementar programas y planes de acciones inmediatas que han logrado una estabilidad económica con medidas muy atinadas y audaces, como respuesta a una galopante inflación económica mundial, resultado de la pandemia de la COVID-19 y una guerra devastadora en Ucrania que provocaron el alza de los hidrocarburos y la escasez de alimentos básicos en el mundo.
Los planes de acción inmediata implementados por el presidente Bukele han sabido paliar esa situación y enfrentar los desafíos de la inflación económica mundial, lo cual se ve robustecido con mayores inversiones públicas y privadas. Lo mismo ha sucedido con el exitoso Plan Control Territorial y el régimen de excepción, que han logrado detener la escalada de violencia y las extorsiones que aterraban a la población provocadas por los grupos de pandilleros, sacándolos del territorio y liberando de ese flagelo a las colonias y las comunidades que estaban cautivas por esos grupos terroristas.
Ahora podemos decir que El Salvador ha vuelto a sonreír.
La apuesta por el bitcóin como moneda de curso legal y la modernización de puertos y aeropuertos le han dado una visión de futuro al desarrollo económico del país. En el caso del bitcóin, al ser implementado como moneda, tuvo grandes repercusiones positivas en el mundo de las criptomonedas, y la fundación de DitoBank, la «start-up» fintech de El Salvador, ha permitido que muchos salvadoreños tengan una participación directa y logren una mayor inclusión financiera a lo largo y ancho del país.
El Salvador es un bello país, con múltiples bellezas naturales, culturales, su gente, sus paisajes, lagos y montañas, imponentes volcanes, playas y una cultura ancestral. Son todos ellos parte de los elementos que constituyen este bello país. Hoy tenemos un país en crecimiento, con el encanto, el entusiasmo y la hospitalidad típica de los salvadoreños. El Salvador ofrece a los turistas la facilidad de estar en una playa a tan solo 30 minutos de San Salvador, la capital, y de disfrutar de una gran variedad de hoteles y gastronomía. El Salvador es pequeño, pero posee una bonanza enorme, su mayor riqueza la constituyen los hombres, mujeres y niños que lo pueblan; sus habitantes que, caracterizados por su franca sonrisa, su hospitalidad y laboriosidad, han ganado para su patria nuevamente de ser el país de la sonrisa.