Llamamos naturaleza a todo aquello que no es producido por el ser humano. Con esta forma general de referirnos al tema, entendemos que lo que el ser humano produce para afrontar y enfrentar la realidad es lo que llamamos cultura. Ambas, naturaleza y cultura, se relacionan en la vida de los seres humanos; y esta es una relación llena de conflictos, enfrentamientos y hasta guerras, porque dentro de la cultura está situada la economía, la política, la educación y la relación entre el ser humano y la naturaleza. Aquí se sitúa el medio ambiente, que resulta ser el vínculo de las comunidades, la economía, la agricultura y la política con los elementos naturales.
Es en el medio ambiente donde se aprecia mejor el desencuentro que se ha operado mediante la cultura entre la humanidad y los elementos de la naturaleza. Ya en la Biblia de los hebreos, el ser humano aparece como la máxima creación, y también como propietario de la creación y el administrador. Y el Dios de los hebreos le dice a su criatura: «Todo esto es tuyo, domínala y ponla a tu servicio». En estas palabras está contenida la base ideológica de la conducta depredadora de la civilización occidental. Mientras tanto, en el Popol vuh, maya-quiché, la naturaleza resulta ser la madre de la que se depende y a la que hay que cuidar y respetar. A diferencia de la filosofía religiosa de occidente, en donde no hay madre solamente, padre; en nuestra religión, solo hay madre y no padre.
Cuando se inició la invasión europea en nuestras tierras, las naves de madera que llegaron a las costas expresaban, precisamente, la mayor depredación de los bosques en esos países; y España, que era la mayor potencia en esos momentos, con la mayor cantidad de naves, era ya la sociedad con mayor depredación de sus bosques. Esto es lo que los invasores impusieron a sangre y fuego, con la espada y la cruz, a nuestra civilización derrotada.
Con la implantación del capitalismo y el desarrollo de las fuerzas productivas se amenazó, desde un principio, con la ciencia y la técnica al servicio del mercado tanto al planeta Tierra como al ser humano. Una vez que el capitalismo se convierte en un fenómeno global, su amenaza también llega a ser global. Es de aquí que se desprende la destrucción de la capa de ozono en la atmósfera, el deshielo del Ártico y del Antártico con el consiguiente aumento del nivel del mar, la destrucción de los bosques como la Amazonía y los de Asia, la contaminación de ríos, mares y lagos, el aumento de la temperatura en el mar con el incremento en número y en fiereza de los huracanes y la contaminación de la atmósfera, del suelo y del aire. Todo esto produce la agudización de las enfermedades y de los virus de todas las especies, así como, de los vectores de las enfermedades, como el dengue y la COVID-19.
En este escenario, nuestro país, de apenas 20,000 kilómetros y unos 8 millones de habitantes, se mueve cada día en un riesgo ambiental mayor. Hemos de saber, para empezar, que llamamos riesgo ambiental a la relación entre la amenaza y la vulnerabilidad. En esta ecuación, la amenaza es el conjunto de factores objetivos externos al ser humano, como una tormenta, un huracán, un deslave, una plaga, un volcán, etcétera. Y la vulnerabilidad es la reducida o nula capacidad del ser humano para reaccionar adecuada y oportunamente ante una amenaza. Esto quiere decir que vulnerable es el ser humano, no la naturaleza; y que la amenaza viene de los factores externos al humano. La naturaleza, en cierto modo, no produce desastres, porque simplemente funciona, y en la medida en que la sociedad esté preparada y organizada para enfrentar adecuadamente una eventualidad, habrá o no un desastre; es decir, que el desastre siempre es social, porque depende de la forma en que las sociedades están organizadas, cómo las comunidades se preparan para eventualidades y cómo los gobiernos entienden o no la temática ambiental.
En toda esta temática, nuestro país tiene gigantescas cuentas pendientes, y los sucesivos gobiernos que han aparecido desde la independencia son grandes deudores en esta temática. Esto lo trataremos en el próximo artículo.