Con millones de desplazados, las infraestructuras arrasadas y un acuciante riesgo de hambruna, Sudán vive una situación catastrófica a causa de una «guerra olvidada» entre generales, que desde hace un año ha dejado miles de víctimas de violencia sexual y étnica, advierten los trabajadores humanitarios.
Los combates empezaron el 15 de abril de 2023 entre el jefe del ejército, Abdel Fatah al Burhan, y su otrora número dos, Mohamed Hamdan Daglo, al frente de los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), y los expertos no vislumbran un final para el conflicto.
El país del noreste de África atraviesa «uno de los peores desastres humanitarios» de la historia reciente y «la mayor crisis de desplazamientos internos en el mundo», según Naciones Unidas.
Más de la mitad de sus 48 millones de habitantes precisan de ayuda humanitaria ante la que puede convertirse en la «peor crisis de hambre del mundo», provocada por lo que las organizaciones humanitarias han calificado de «guerra olvidada».
«La gente ha sido asesinada, violada, asaltada, detenida, golpeada y secuestrada durante meses. Estamos acostumbrados», dice Mahmud Mokhtar, que ayudó como voluntario en la zona de Jartum, la capital, antes de huir a El Cairo.
Desde que empezó la guerra, miles de personas han sido asesinadas. En una sola localidad en la región de Darfur occidental murieron hasta 15,000 personas, según los expertos de la ONU.
Más de 8,5 millones de personas dejaron sus casas, en busca de lugares más seguros en otras partes de Sudán o en países vecinos.
La guerra «es brutal, devastadora y no da señales de terminar», afirmó Alex de Waal, experto en este país.
Incluso si acabara la violencia, «el Estado ha colapsado y el camino hacia la reconstrucción es largo y arduo», alertó.
Antes del conflicto, Sudán ya era uno de los países más pobres del mundo.
Pero según la ONU, el programa de respuesta humanitaria para este país solo había obtenido en enero un 3,1% de la financiación, con lo que apenas podría atender a una de cada diez personas necesitadas.
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