Nos encontramos a 72 horas de la denominada Nochebuena o del 24, como le decimos tradicionalmente en El Salvador. Se vendrán muchas tradiciones familiares y personales, algunos incluso por muchos sentimientos encontrados manifiestan que para ellos es un día normal, y deciden incluso acostarse más temprano. Otros consideran que la Navidad es momento para los estrenos, de las figuras de personajes de la época, de comer pan con pavo o alguna comida de la receta familiar, de reunirse con familiares y amigos a compartir la mesa o algunas bebidas; es más, algunos centran su concepto de Navidad en el árbol de Navidad, las luces, los adornos y en desear una feliz Navidad.
La definición de «natividad» es el acto de nacer; mientras la Navidad se relaciona con la fe cristiana, con el nacimiento de Jesús de Nazaret; y la Nochebuena es la noche del 24 de diciembre, fecha que la tradición religiosa estableció la celebración cristiana en la víspera del día de la conmemoración del nacimiento de Jesús, según se estableció por medio del emperador Constantino el Grande por su coincidencia con el festejo romano llamado «sol invictus», y lograr, de alguna manera, que los feligreses se apartaran de celebraciones paganas del solsticio de invierno.
En El Salvador, ha finalizado el fin de semana de mayor actividad comercial en el año, y no hay duda de que al menos a los comercios y negocios de los grandes centros comerciales les fue muy bien, estuvieron abarrotados desde inicios de mes, y la semana anterior el tránsito fue reflejo del incremento de la actividad económica y comercial. Los que compraron y van a estrenar ropa y otros artículos probablemente estén satisfechos y ya solo esperan la comida y la Nochebuena. Otros, por diferentes motivos, no han podido comprar, no han podido regalar, tienen deudas y pérdidas de diferentes tipos, posiblemente su expectativa de la Navidad es diferente y de mucha tristeza.
Lo que no puedo dejar de mencionar, y es mi opinión, es que los que creemos por fe y seguimos a Jesús de Nazaret sabemos que un día nació, hubo una primera Navidad, lo más seguro es que por diferentes hechos no fue en diciembre; pero vino a partir la historia en dos, antes de Cristo y después de Cristo. Su nacimiento es relevante y demuestra su humildad y obediencia hasta la muerte en la cruz, pero lo más extraordinario es su resurrección y que está vivo. Ya no es más el niño del pesebre, es Dios fuerte y poderoso, admirable consejero, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Es mi deseo y oración que esta semana usted pueda hacer una profunda reflexión sobre ese nuevo nacimiento que cada uno de nosotros necesitamos. Lo importante de estas fechas no es el estreno ni el pavo ni los regalos ni las fiestas; lo más importante es que consideremos la necesidad de un ser superior. Y con ello podremos reenfocar el sentido de esta conmemoración que debe reflejarse en amor por el más próximo, en acordarnos de los más necesitados, de las y los presos en las cárceles de El Salvador, de los enfermos, del que está sin trabajo, del que ha perdido un ser amado, de perdonar y pedir perdón, de dar las gracias por todo. ¡Que Dios los bendiga!