De frente a la cancha de la zona, esa que deja ver algo de polvo, está una caseta en la que el cliente se puede refrescar. Sentado a la mesa está Rafael Renderos, el padrino futbolístico y abuelo del seleccionado nacional, Bryan Landaverde.
Renderos, sexagenario, recuerda que fue él quien lo llevó a una visoría de la Fundación Educando a un Salvadoreño [FESA] y desde ahí el jugador de la Azul llenó el ojo de los entrenadores.
«Recuerdo que FESA estaba en ese entonces cerca de Comalapa. En esa oportunidad, el profesor Víctor Manuel Pacheco me llamó para hablar a parte y me dijo que Bryan tiene visión de juego y que iba a quedar. Recuerdo que Pacheco estaba bien contento. Como a los 15 después volví a ir a FESA y ahí Pacheco me dijo que mi nieto iba a la sub-17. No creía, pero era cierto», dijo Renderos.
Renderos no quiere jactarse de que ha sido el guía futbolístico de Bryan, pero asegura que para él, ese seleccionado nacional ha sido más que un nieto, es decir como un hijo. «Yo lo he criado. Soy el impulsor de él, porque a mí me gusta el fútbol. Lo seguiré impulsando. Yo le digo que no se quede ahí, que tiene más por dar aún. Que siga adelante, pero con humildad, que es con la que se gana mucho. Así fue como llegó a la selección mayor. Lo que nos falta un poquito que sea un poco más rápido», dijo Renderos, antes de irse a un acto religioso cerca de la zona