Estados Unidos ha depositado desde siempre su confianza en el Colegio Electoral para los comicios presidenciales que se llevan a cabo cada cuatro años con la integración de 538 miembros, que representan el voto en los 50 estados. Los candidatos necesitan el respaldo de 270 grandes electores para ganar la elección federal, y no el del voto popular. Ante ello, cada estado establece sus propias leyes y algunos declaran que, una vez emitido el voto, el elector no puede cambiarlo en la certificación que se hace el 14 de diciembre en una convención.
Pero en cada elección puede haber sorpresas en la reunión de diciembre, con los llamados «electores infieles», que son ciertos representantes que votan por el candidato contrario al de su partido.
De acuerdo con FairVote.com, una organización independiente, 90 grandes electores en toda la historia han votado de forma «desafiante», fuera de lo esperado y en contra del nominado de su partido.
Más de dos tercios del total se fueron con otro candidato por la muerte de un nominado en 1872. El primer «elector infiel» fue Samuel Miles, en Pensilvania, en 1796.
Pero el desacuerdo más notable entre grandes electores fue en 2016. La elección de 2020 tiene algo en común con ese escenario: Donald Trump. En 2016 hubo 10 electores rebeldes, lo que fue calificado como «anormal» por FairVote. Dos de ellos eran republicanos y el resto, demócrata. Peter Chiafalo fue uno de ellos. Fue multado con $1,000 por respaldar al republicano y exsecretario de Estado, Colin Powell, en lugar de por la demócrata Hillary Clinton.
LEA TAMBIÉN: Cuatro fechas claves después de las elecciones en Estados Unidos
La Corte Suprema de Justicia dictaminó en julio de 2020 que los electores debían emitir su voto para el candidato ganador de su estado y no desafiarlo.
El futuro para estas elecciones entre el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump es casi irreversible para la exdelegada de la Asamblea Estatal de Maryland, Ana Sol Gutiérrez, porque los electores «siguen las reglas del juego y, al menos en Maryland, están obligados a seguir lo que el estado ha dicho». Gutiérrez aseguró que para que haya un resultado distinto tendría que haber un cambio de voto de 30 a 50 electores, lo que significa que Biden podría convertirse en el presidente 46 del país norteamericano con 290 votos electorales frente a Trump con 214.
«Los electores siguen las reglas del juego y, al menos en Maryland, están obligados a seguir lo que el estado ha dicho».
Ana Sol Gutiérrez, exdelegada de la Asamblea Estatal de Maryland.
Un artículo del periódico «Los Ángeles Times» detalla que la jueza Elena Kagan dijo a la corte en Washington que los electores no son agentes libres, sino que están sujetos a elegir al candidato que los votantes del estado han apoyado. «El artículo 2 de la Constitución y la 12.ª enmienda dan a los estados un amplio poder sobre los electores», sostuvo.
Óscar Chacón, director ejecutivo de Alianza América, la red de organizaciones de inmigrantes, presente en más de 40 estados, dijo que se trata más de costumbres que de leyes, con la premisa que la mayoría de estados asigna los votos electorales bajo el criterio de «todo para el vencedor».
Chacón explicó que no es que Trump no ganara ningún voto. «Por ejemplo, en California el margen fue reñido, pero como Biden lo superó, se quedó con los 55 votos electorales que corresponden al estado», dijo.
«Los electores reflejan la voluntad de los votantes de su estado y si en Illinois, que es en el estado donde vivo, ganó la elección Biden, entonces, los electores que se envían a la convención van a votar por él», sostuvo. Sin embargo, la historia indica que no siempre ha sido así.
Para la directora ejecutiva de la Oficina del Alcalde para Asuntos Latinos (MOLA, por sus siglas en inglés) en Washington, Jackie Reyes, este sistema del Colegio Electoral complementa el voto popular de los 50 estados, de lo contrario solo se enfocarían en los claves para elegir al próximo presidente de Estados Unidos.