Elon Musk dijo el jueves en Twitter que estaba comprando la red social porque es «importante para el futuro de la civilización tener una plaza pública en línea donde una gran variedad de opiniones pueda debatirse de manera saludable, sin recurrir a la violencia».
«Dicho esto, Twitter obviamente no puede ser un lugar infernal abierto a todos, donde pueda decirse todo sin consecuencias», señaló también el magnate en un mensaje enviado a los anunciantes un día antes de la fecha límite para la operación de compra, determinada por la justicia.
De igual manera, Musk aseguró que, actualmente existe un gran peligro de que las redes sociales se dividan en «cámaras de extrema derecha y extrema izquierda que generan más odio y dividen a nuestra sociedad».
«En la búsqueda incesante de clics, gran parte de los medios tradicionales han alimentado y atendido esos extremos polarizados, ya que creen que eso es lo que genera el dinero, pero, al hacerlo, se pierde la oportunidad de dialogar», dijo.
Expresó también que, además de apegarse a las leyes del país, «nuestra plataforma debe ser cálida y acogedora para todos, donde puede elegir la experiencia deseada según sus preferencias, así como puede elegir, por ejemplo, ver películas o jugar videojuegos que van de todas las edades, para madurar».
Idas y venidas
Twitter y Musk firmaron un contrato a fines de abril para que el millonario se hiciera de la red del pájaro azul. Pero luego, Musk unilateralmente quiso abandonar el acuerdo en julio.
Musk bombardeó a Twitter con críticas antes y luego de la firma del convenio, acusándola en particular de censurar a los usuarios y no luchar lo suficiente contra los spams y cuentas falsas.
El multimillonario fundador de Tesla justificó su marcha atrás sobre el pacto de compra, afirmando que la proporción de cuentas automatizadas en la red social era ampliamente superior al 5% que la empresa declaraba.
La empresa lanzó una querella judicial para forzarlo a honrar su compromiso, y parecía que tenía chances de ganar en una corte.
Luego, cuando se acercaba la fecha del juicio, Musk decidió seguir adelante con la compra al precio pactado en abril, de 44.000 millones de dólares.
El acuerdo de abril fue recibido con recelo por sectores más a la izquierda y alegría por sectores a la derecha del espectro político estadounidense, por la idea de que Musk podría flexibilizar las reglas y la moderación de contenidos.