Finalmente se arrancaron las máscaras y se han mostrado como realmente son: una mafia política a la que no le importa nada más allá de sus ganancias personales y partidarias.
A pocos días de las elecciones más importantes de los últimos 100 años, los mismos de siempre se niegan a aceptar su derrota y coquetean con la idea de destituir al presidente Nayib Bukele.
Desde el primer día de su mandato, el presidente ha demostrado un liderazgo y entrega que los salvadoreños jamás habíamos visto en un jefe de Estado. Él tuvo la visión de adelantarse a muchos países –de primer mundo, incluso– al momento de tomar medidas para afrontar la primera ola de la pandemia el año pasado. Anteponiendo la vida del pueblo sobre cualquier interés económico o político.
Ese compromiso le ha permitido construir, en tiempo récord, modernos hospitales que han salvado la vida de miles de pacientes positivos de la COVID-19. Hospitales que quedarán a disposición de todos los salvadoreños mediante una renovada red de salud pública.
Todo esto y más se hizo mientras los diputados sinvergüenzas estaban a salvo en sus casas, cobrando un sueldo y diciendo que las medidas que el gobierno estaba tomando eran una exageración. Unos dijeron incluso que la COVID-19 no era más que un gripón.
Hoy, estos mismos padres de la miseria–acostumbrados a sacar a media plenaria su arma de fuego para amenazar a gente de su propio partido– dicen que quieren inhabilitar al presidente.
Las mafias políticas desesperadas por su inminente salida del poder olvidan sus diferencias ideológicas y se unen para comenzar a fraguar lo que, a todas luces, solo puede ser calificado como un auténtico golpe de Estado. Y aunque fallaron, dejaron muy claro que están dispuestos a ejecutar cualquier artimaña, por sucia y cobarde que esta sea, con tal de continuar en el poder.
Pero se les olvidó que el pueblo salvadoreño, junto con el presidente Nayib Bukele, juró solemnemente defender el futuro de El Salvador de todos sus enemigos.
Y la respuesta a ese juramento de honor no se ha hecho esperar. El pueblo ha sido muy claro con el mensaje que les ha hecho llegar a los políticos corruptos: no jueguen con la democracia y el porvenir del país porque las consecuencias serán graves. No nos robarán nuestro futuro.
El reclamo del pueblo los asustó. Pronto salieron a desligarse de esa propuesta miserable. Y como bien dicen que el honor entre corruptos no existe. Los mismos que habían firmado esa petición dejaron solo al promotor de ese remedo de golpe de Estado. Obligándolo a asumir en solitario la total responsabilidad de tan disparatada idea.
A los mismos de siempre les ha quedado claro que el pueblo salvadoreño ya no les teme, ni a ellos, ni a sus mafias y tampoco a sus diputados matones.
El reloj corre en su contra. Su tiempo en el poder está por terminar y jugar con el pueblo salvadoreño, créanme, no es una buena idea.
Solo les pido que recuerden #ElPresidenteNoSeToca.