Música de los Hermanos Flores, Grupo Coco y una que otra extranjera, en medio del tradicional asado que hacen la comunidad salvadoreña en Estados Unidos, previo a los juegos de la selección mayor. No puede faltar aquel que se pone el sombrero del Cipitío. Esta vez fue con Rafael Lemus, originario del departamento de La Paz.
Eso es parte de la comitiva de bienvenida de la barra cuscatleca afuera del estadio Toyota, antes del juego entre El Salvador y Guatemala, en el inicio de la Copa Oro para los dos planteles.

Bichos Unidos toma la batuta antes del juego. Llegó la hora del Carbonero. La piel se eriza y el pecho se infla en automático para los paisanos. La nostalgia ataca, pero se puede controlar, Se sobrelleva la emoción.
No hay humo blanco, pero sí Azul, y no cualquier azul, es el de El Salvador. «Tengo 15 años viviendo en este país, extraño a mi Pulgarcito. Esperamos un buen resultado de nuestro equipo. Tenemos fe en nuestra selección. Estamos llenos de positivismo con nuestro equipo», dijo la usuluteca Vanessa Arana.

Por su parte, José Cantarero, de Cabañas, también apostó por un buen resultado para la selección de El Salvador.
«Esperamos un buen resultado ante Guatemala. Toda esta afición viene a apoyar de corazón. Unos afuera del país y otros desde El Salvador estamos pendiente de lo que puede hacer nuestro equipo en este debut en Copa Oro. Ya enfrentamos a Guatemala, en junio y quedamos 0-0, pero ningún juego se parece a otro», expresó Cantarero.

«Se llegó el día. Nosotros traemos carnaval como barra de Bichos Unidos. Estamos a la espera que nuestra selección haga un buen papel contra Guatemala», dijo Camus Rivera, quien acumula un poco más de una década de residencia en Texas.
Luego, de parte de Guatemala, hubo presencia de hinchas con banderas y camisas alegóricas, pero no fue comparable a la escala del aliento de los cuscatlecos.
«Toda esta afición viene a apoyar de corazón. Unos afuera del país y otros desde El Salvador estamos pendiente de lo que puede hacer nuestro equipo en este debut en Copa Oro», José Cantarero, de Cabañas