Voluntarios canadienses salen en busca de huevos de mariposas monarca con sus lupas y cuadernos. Son parte de un censo de verano del icónico insecto en peligro de extinción.
Julio y agosto son los mejores meses porque la monarca es visible en todas las etapas de su desarrollo en Canadá: bajo forma de huevo, oruga, crisálida y mariposa adulta.
Es también época de reproducción para una generación que saldrá en pocas semanas hacia un viaje de unos 4.000 kilómetros con destino a México.
Pero es una investigación compleja. «Hay insectos que pueden depositar una docena de huevos juntos (en una hoja) mientras la monarca deja uno solo. Así que buscamos algo muy pequeño», explica Jacques Kirouac, uno de los cientos de entusiastas que participan en el programa de ciencia ciudadana Misión Monarca.
Los huevos de estas criaturas conocidas por sus llamativos colores naranja y negro son color crema o amarillo y del tamaño de la cabeza de un alfiler, con una serie de bordes longitudinales.
La situación particularmente preocupante de la mariposa llevó a la creación hace cinco años de un programa por parte del Insectario de Montreal para conocer sus zonas de reproducción.
La población de monarcas en el este del continente ha disminuido en más de 80% en dos décadas. En el oeste, la situación es aún peor: menos de 2.000 especímenes fueron registrados en el último censo del Conteo de Monarcas del Oeste, una caída de 99,9% desde la década de 1980.
En general, la desaparición de insectos, menos espectacular que la de grandes mamíferos, preocupa a los científicos. Son esenciales para los ecosistemas porque polinizan plantas, reciclan nutrientes y sirven de alimento a otros animales.
Datos insuficientes
La desaparición o pérdida de calidad de las plantas que sirven a su reproducción es uno de los factores que explica la progresiva extinción.
Ante esta situación, el gobierno canadiense decidió proteger las zonas de apareamiento de la mariposa. «Pero no había suficientes datos en Canadá para saber» dónde hacerlo, dice Alessandro Dieni, coordinador del programa Misión Monarca.
«Gracias al censo ahora podemos hacer investigaciones más precisas», señala Marian MacNair, de la Universidad McGill.
Y «esto nos permite determinar mejor las rutas que sigue la monarca y las condiciones que le gustan especialmente», añade la bióloga, al expresar su asombro por la capacidad de esta pequeña y emblemática mariposa para volar miles de kilómetros.
Normalmente «tenemos dificultades para observar la evolución» de las poblaciones de insecto, explica. Pero las mariposas monarca son un buen sujeto de estudio porque su territorio es relativamente pequeño y por lo tanto es más fácil documentar «la amplitud de la catástrofe».