Caldo de cultivo. Eso fueron los dos gobiernos del FMLN, uno dirigido por Mauricio Funes y el otro por Salvador Sánchez Cerén, para que las pandillas se quintuplicaran en menos de una década en El Salvador. De acuerdo con los registros oficiales, en 1995 los jóvenes «marginados» que se transformaron en pandilleros lograron tener un ejército de 6,000 miembros, el cual se duplicó en los siguientes 14 años, incluyendo los períodos en los que el país estuvo bajo el mando de Francisco Flores (1999-2004) y Elías Antonio Saca (2004-2009), ambos de ARENA, y cuyos planes antipandillas, en realidad, solo las hicieron crecer. Según los datos del Centro Antipandillas Transnacional, en 2009 estaban fichados por la Policía Nacional Civil un promedio de 12,000 pandilleros.
Pero desde ese momento, cuando el FMLN llegó al poder y hasta les facilitó una tregua a las pandillas MS y 18, estos grupos criminales empezaron a tomar más fuerza, a pura muerte, amenazas y extorsiones. Cuando Funes culminó su mandato, el registro de pandilleros superaba los 32,000.
Y luego de que eran grupos que extorsionaban y asesinaban, se fortalecieron con la tregua y entonces ya negociaron a escala política hasta recibieron dinero en tiempos de campaña.
Tras completarse el segundo gobierno del FMLN, con Sánchez Cerén, los registros policiales indican que había una masa de 75,000 pandilleros, los que crecieron a la par de los peores registros de criminalidad: hasta 30 homicidios por día, 2015 cerró con 6,650 homicidios y un promedio hasta de nueve personas desaparecidas por día; más de 3,500 familias reportaron desaparecidos en 2015 y la cifra creció en 2017 hasta los 3,600 casos, según los registros de la Fiscalía General de la República.