«No es que mi pareja no me ayudara, pero me daba menos dinero y tenía que cumplir con los gastos de siempre. Entonces eso me generaba un poco de angustia, por no saber si iba a poder pagar».
Esto es parte del testimonio de Sofía (nombre ficticio debido a que la entrevistada pidió que se reservara su identidad) sobre su diario vivir durante el período de cuarentena domiciliar por el coronavirus.
Ella es parte de las pacientes que ha atendido la Unidad de Salud Mental del Hospital Nacional San Pedro, de Usulután, por el diagnóstico de reacción al estrés agudo; la primera causa de atención registrada en dicha dependencia médica desde enero hasta el 30 de septiembre de este año.
En ese lapso, la unidad atendió 289 consultas, de las cuales 263 fueron de mujeres y 26 de hombres. Previo al inicio de la cuarentena, en enero y febrero hubo 57 (49 mujeres y ocho hombres).
Sofía aseguró que mantuvo su trabajo durante la pandemia; pero su pareja, quien vio reducidas las ganancias en su negocio, aportó menos económicamente a los gastos mensuales en el hogar.
«Fue dura la situación de la cuarentena, porque prácticamente yo tenía que ver cómo solucionaba los gastos. Las tareas de los niños eran diferentes y había que hacerlas. Por momentos lloraba frente a él, pero muchas veces sin que se diera cuenta», añadió la mujer, quien tampoco quiso que se publicara la clase de trabajo que desempeña, ni otros detalles para que no hubiera pistas de su verdadera identidad.
Miguel Ángel Marquina, encargado de la Unidad de Salud Mental, adonde se refieren los casos del departamento usuluteco, explicó que la reacción al estrés agudo ocurre cuando la persona comienza a sentir angustia y a no sentirse cómoda; se muestra ansiosa, con desestabilización emocional y llanto sin razón aparente.
Seguido a la reacción al estrés agudo están los trastornos de adaptación: trastorno de ansiedad generalizada, episodio depresivo leve y el trastorno mixto de ansiedad y depresión.
Marquina indicó que estos diagnósticos son previos a una depresión leve y al intento de suicidio, por lo que es necesario ponerles atención.
«Estos síntomas no cumplen los requisitos para ser un estrés crónico ni tampoco un episodio de ansiedad. Es como previo a estos casos», dijo.
El año pasado, el primer lugar en atenciones lo ocuparon los trastornos de atención, y en segundo lugar estuvo la reacción al estrés agudo, con menos casos respecto al presente año.
El psicólogo de la unidad señaló que históricamente las mujeres son las que más acuden a las consultas hospitalarias, por lo que se justifica que el mayor número de casos sea de ese género. Además, agregó que en ciertos casos comienza a consumir bebidas alcohólicas y drogas, buscando olvidar el estrés o algún problema.
«En la desestabilización laboral que ha existido por la pandemia, generalmente el hombre recurre a sustancias psicoactivas para sopesar la presión que tiene; el alcohol, en primera medida, y en menor caso es la marihuana. Entonces, la mujer es la que tiene que hacer el análisis de cómo hacer para lograr asumir las responsabilidades de la familia, es la que está pendiente», indicó.
Quedarse sin empleo, la reducción de ganancias en sus negocios o empleos formales, la limitante de no poder salir de su casa a lugares que antes frecuentaba y que, por medida preventiva para evitar contagios por coronavirus, no lo hacen, son algunas de las causas que provocan el estrés agudo en las personas. Por otra parte, según el psicólogo Juan José Orellana, la mayor convivencia diaria entre los miembros de la familia durante la cuarentena ha provocado más problemas y actitudes violentas, sobre todo de los hombres hacia las mujeres.
«Los hombres le dicen a la mujer todo lo que está haciendo mal y se genera un ciclo de violencia sin necesidad de llegar a contacto físico. Hubo más conflicto durante la pandemia y complicaciones por el trato diario», aseveró.
Orellana coincidió en que el hombre no es constante al consultar sobre un padecimiento de salud, mucho menos en otro tipo de situaciones que requieren de ayuda psicológica.
«No existe una verdadera cultura de salud mental. En San Miguel hay más consultas, en Usulután hay menos, en Morazán hay mucho menos, ya que se hace mayor trabajo comunitario. No hay cultura propia de buscar ayuda en la psicología», añadió.
En la Unidad de Salud Mental del Hospital Nacional San Pedro, de Usulután, no se reportan a la fecha casos de suicidios a causa de la pandemia, ni de pacientes menores de edad que hayan sido tratados por la reacción al estrés agudo, como le ocurrió a Sofía.