«En ese momento llegó el jefe de la estación de Bomberos de San Miguel y le entregué el liderazgo. Fue un trabajo arduo y muy cansado. En mi caso desde la 1 de la madrugada cuando llegué hasta las 6 [de la mañana] que ya pude tomar agua, y por el vapor y el traje, que es grueso, se suda bastante», añadió Vázquez.
Aseguró que en el transcurso de la mañana pudo hacer tres pausas para descansar unos minutos y tomar agua; sin embargo, su cansancio era tanto que se quedaba dormido, por lo que prefirió continuar con la jornada laboral.
«La adrenalina que sentí al tratar de apagar las llamas fue inexplicable. Hice unas pausas para tomar agua, poder agarrar aire y respirar bien, pero preferí continuar porque debido al cansancio se me cerraban los ojos y al regresar me volvía la adrenalina», manifestó.
Vázquez terminó su labor en el incendio del mercado migueleño a las 12:30 del mediodía y retornó a la estación de Bomberos para reunirse con todos sus compañeros que participaron en el trabajo de extinción.
Todos recolectaron sus equipos, hicieron un recuento de los daños y agradecieron a Dios porque no hubo lesionados ni víctimas mortales.
«Dejé el teléfono en el cuarto de descanso y hasta las 2 [de la tarde] vi que tenía mensajes de mis hijas que me preguntaban cómo estaba. Mi familia conoce mi trabajo y no dejan de preocuparse, pero ya están acostumbradas y saben que amo esta profesión», comentó Vázquez.