Según Carlos Badilla, investigador de mercados y desarrollo de negocios de EY Centroamérica, Panamá y República Dominicana, algunos cambios observados entre los consumidores en la pandemia son las jornadas laborales en los hogares, para evitar contagios masivos en las oficinas.
Un estudio realizado por la consultora EY a una base de 1,300 de sus colaboradores en toda la región reveló que el 97 % desea postergar de forma indefinida el trabajo a distancia.
En cuanto a los espacios de trabajo, el estudio reveló que un 36 % de las personas prefieren trabajar en espacios adecuados como oficinas al interior de sus hogares, mientras que el 33 % optan por áreas de la habitación y un 12 % prefiere el comedor.
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«Esta tendencia al teletrabajo, cada vez más marcada por efecto de la COVID-19 en muchas organizaciones, debe considerarse como un importante foco de observación por parte los desarrolladores inmobiliarios, ya que su posible consolidación dentro de la llamada “nueva normalidad” va a darle más importancia a espacios flexibles, de fácil adaptación y que favorezcan esta modalidad de trabajo, por encima de aspectos que hasta hace un tiempo eran más importantes, como la ubicación», comentó Badilla.
«Esta tendencia al teletrabajo, cada vez más marcada por efecto de la COVID-19 en muchas organizaciones, debe considerarse como un importante foco de observación por parte los desarrolladores inmobiliarios»
Carlos Badilla, investigador de mercados de ley
«Los desarrolladores residenciales y sus arquitectos van a tener el gran reto de redefinir el concepto de “amenities” o áreas comunes de cara a esta nueva realidad», comentó Alejandro Antillón, especialista del sector de Bienes Raíces de EY.
El sector inmobiliario de cara a las fases posteriores a la COVID-19 debe considerar soluciones más centradas en la comodidad y experiencia del usuario, que ofrezcan virtualización y menor inversión.
De acuerdo con los análisis de expertos, los principales efectos de la pandemia en el sector inmobiliario se destacan de manera distinta, por ejemplo: disminución de la demanda, tanto en la compra como en el alquiler de propiedades, para uso comercial y de oficinas, así como la caída en la demanda de productos residenciales debido a un menor poder adquisitivo de las personas, la contracción de oportunidades de crédito y la incertidumbre hacia una pronta recuperación económica.
Antillón concluyó que el sector inmobiliario podría tardar al menos tres años para volver a los números que presentaba antes de la pandemia.